16 de noviembre de 2014

¿Ya nos vamos?

Léase con esta canción.


Una niña olvidada
a las puertas de un orfanato
se acerca a preguntarme
si ya nos vamos.
"No, abuela, aún no es la hora"

Suena un gramófono del 30' en su boca,
suave,
tenue,
cantándonos las últimas nanas de su memoria:
ya nadie escucha.
Hay / un gramófono sonando en una habitación vacía
llena de guerras.
Pasan por tus ojos los recuerdos,
los niños, los gritos, los llantos...
me miras con los ojos bien abiertos,
niña olvidada,  para que yo te vea.
Anhelas a gritos que "ya    no    más".
Me pides que "ya           no                aquí,
                                                                 por favor"
Me suplicas un último baile en la cocina
y tu risa de niña / aún no olvidada / en el bolsillo.

El tiempo no ha deshecho la maleta de los 9
y hoy te he visto, niña, esperando en una escalera
y en tu cara / la cruel imperatividad del tiempo:
una boca agrietada de callar
y unos ojos tersos para seguir amando.

Tras la gran actuación final
se callará ese gramófono
al fondo de una habitación vacía.
Y tú, seguirás tarareando alguna canción,
no vaya a ser
que la realidad nos olvide.

5 de noviembre de 2014

Cantos

A Klara

Quiero cantarle al mundo
porque al mundo le quiero contar
que no hay necesidad de su llanto
para que se alce mi canto.

4 de noviembre de 2014

La niña

El silencio que me habita
me pregunta por la niña quieta
de su sueño.
Entre "dónde se encuentra"
y "quién me busca"
recorren las grietas / el tiempo
que no alcanza su vestido.

Como una bailarina,
en su caja de música rota,
sigue girando
deshaciéndose el tutú
con cada juego inmóvil:
frágil      a la distancia justa de su miedo,
férrea     en el paso de sus muros,
dócil      contra quien sujeta la soga.

Se alan en sus hombros / los brazos,
se mueren en su boca / las sonrisas,
se llena los ojos / de niebla muerta...
quisiera ver la música que sale de su cuerda

El silencio que me habita
me pregunta por la vida
de su niña quieta.

La niña del lienzo blanco
me pregunta
por el silencio que le habita
en su caja de música rota.

27 de octubre de 2014

Tenhebrar

Hay alguien subido a la copa del árbol: verde, luz. Derecha, árboles. Izquierda, árboles verde opaco. Delante, árboles, oscuridad, infinitud, negro. Detrás, árboles tormenta, negro oscuro con prisas en los pies, bosque tiempo que se engrandece ante tu espanto. Anda entre las copas de los árboles, como si bosque, como si selva: a un paso, el cielo; al otro, un infierno hecho de vértigos troncos en vertical, infinitos, sin tierra a la que agarrarse, sin raíces donde caer. Anda sin saber dónde colocar sus pasos. Todo eso de un pie delante y después otro ya no tiene sentido: el pasado que nos come hace del suelo un lugar del que no preocuparse. Camina cada vez más rápido, huye de quien te abraza en negro y no ves. Camina cada vez más rápido, corre, se angustia. Hay demasiadas telarañas y mis manos no saben por dónde apartar el futuro, si siempre tuvo miedo a las arañas. Corre, por favor, corre, vete, sal de aquí, sigue corriendo. Mira hacia atrás: tornado que se acerca, oscuro bosque que levanta alimañas y las bocas de mil arañas ojipláticas se ríen a mi paso y no acaban sus dientes de morderme. Miro hacia delante: huyo de su tiempo Oscuro Bosque Negro, camino hacia el frío, ramas zarzas pinchos, brazos que me hieren, telas que me arañan, no encuentro mis manos, no veo mis ojos. Tenhébrenme el alma, por favor, y si estuviese andando en círculos, que no salga, que no acabe, que termine esta angustia a la altura de la casa de los pájaros. Y si estuviese andando en círculos que me quemen las manos y me besen los ojos, que me deshagan los pies de un salto en horizontal hasta tu cama. Por favor, si estuviese andando en círculos, avisen a mis almas de que sigo andando de baldosa en baldosa amarilla, cantando de cien en cien a tres caídas del cielo. Contándole a tus ojos las escaleras al infierno.


Inspirado en "Cien Almas" de Hovik

17 de octubre de 2014

1710

A Miguel.

Se muere el calor
al inicio del verano
y ya no tiene sentido
estacionar en tu risa,
ya no tienen qué sentir las flores
que te mande mañana,
ya no hay sentido que valga mi vida.

Se muere el calor
casi al terminar la primavera
y tu recuerdo me dice
que entonces,
debería ser otoño.
Y me parece absurdo todo esto
si te escribo otra carta más,
otro poema más,
como si todavía fuese ayer,
como si hoy aún fuese hoy.

Se muere el calor
en un día de sol
y llega el invierno cargado de agostos y julios
que ya no vas a ver.
Y comienzan a sudarme los pasados,
justo antes de que vengas a cantarme mi última nana.

Se muere el calor cualquier día
y ya nadie tendrá compasión por mis desiertos.

Y es que se muere el calor
justo antes de encender nuestra velas.

12 de octubre de 2014

1210

Voltear los ojos
para mirarse dentro
con los párpados abiertos
y señalar el punto negro
exacto
de su piel.
Caminar de prisa y sin risa
regalando valores y morales
a precio de costo
y la rentabilidad de mi etiqueta
sobre tu vida.
La ilusión barata
de jugar en la cuerda floja
al dentro y fuera
para venderte
que mirar
es tener los ojos abiertos.

10 de octubre de 2014

J

Los ladrillos que te veo
se separan
a fuerza de grito constante.

Mi rutina de hundir
los colores en tus juntas,
tu gracia de ser impermeable.

Me acerco a la ilusión perceptiva
de tu muro,
alejo la mano de mi cuerpo
y no llegas.

Los ladrillos que te veo
se dibujan en mis grietas
y me grito porque no me oyes.

La costumbre de sacar la voz
siempre hacia el papel,
el dolor de salirme
de tus ojos.

1010

Dónde busco lo dado
si en ti, pared,
ya no hay ladrillos.

A qué flor le grito tu olor
si con la lluvia
viene tu sequía.

En qué minuto
para el tiempo
nuestra risa.

Cuándo anida
la persistencia
en tu silencio.
Qué / le digo / a mi voz.

Dónde miro el recuerdo
si ya no hay arcilla
en mis manos.

Dónde pongo lo hallado
si en cada verso
se me agota la palabra.


La cursiva es de Silvio Rodríguez

5 de octubre de 2014

Círculos

Caminar al filo de la navaja
entre el "otra vez"
y el "todavía no".
volver a huir con todos los recuerdos en cajas
envasados al vacío
(para que no se pudran,
para que no se escapen,
para mantenerlos en el pestilente instante del presente)
Marcharse bajando unas escaleras
que no te llevan al infierno,
cruzar una puerta
que no te lleva a ningún lado.
Salir.
Salir con la certeza de que la costumbre te puede las piernas.
El mismo barrio de siempre:
las mismas calles, los mismos bancos,
los mismos niños, los mismos viejos,
lo mismo de siempre.
Huir, de nuevo, del mismo pasado se siempre
con la total seguridad de que volverás
a caer en la trampa de su redonda pecera
y tu memoria.
Mudar / de bragas, mudar / de piel,
mudar / de casa
pero nunca deshacer las cajas
siempre esperando la próxima huida.

Huir para llegar
al mismo lugar
de siempre.

4 de octubre de 2014

Otoño

El otoño se atraganta
en mi voz
y no, ya no.
Dejaré
caer
mis
hojas.
Que vuelen, libres
como los pájaros que emigran
y que el frío no las alcance.

Convertiré mi cuerpo en el tronco
que sostenga las ramas del invierno
Y habitarán en mi pecho todas las ardillas
Y olerán mis ojos
a castañas asadas
Y mi boca escupirá escarcha
cuando llueva.
Pero no,
no habrá hojas,
estarán volando libres,
en algún lugar cálido.

Y cuando el frío pase
y mis raíces lleguen hasta el centro de la tierra
saldrán por mi pelo las orquídeas de tus manos.

28 de septiembre de 2014

28.09

El silencio de mi espejo
le reclama a mis entrañas
que le griten
cuando nadie esté escuchando.

La mirada,
morada del miedo,
es capaz de calmarles
con la boca.

Las arrugas se clavan
un poquito más
en esta piel tan tersa.

La norma tapa
de normalidad
lo que nunca debería ser callado.

2809

Los niños tapan los espacios

Las conversaciones se posan
como alcohol
sobre las ampollas

Sus ojos sufren una realidad
que le olvida

Los abrazos se vacían de
desesperación

Las sonrisas cubren a
puñales las mentiras.

Mi silencio
le salva de caer.

Alzheimer

La memoria ya no recuerda
cómo hilar una palabra
tras otra
para saber lo que se debe sentir.
La memoria olvida sus manos
sus labios
sus lugares
sus nombres.
La memoria olvida sus pasos
sus gestos
sus verbos
sus caras.
La memoria olvida.

La memoria la olvida.

Pero sabe,
reconoce mis ojos
mi voz
mis besos.

La memoria olvida
pero sabe del cariño
del calor

del miedo.

La memoria ya no se acuerda de mis datos
pero se sabe aquello del dolor.

La memoria olvida,
pero recuerda.

La memoria aún se sabe
en la niñez
y mi canción de cuna.

22 de septiembre de 2014

2209

Pasamos por las calles
pisándonos los adoquines y las grietas,
drogándonos la prisa en la planta de los pies.
Pasamos por portales
viendo cómo el mundo vaga debajo de un cartón y una manta.
Pasamos por las esquinas
mirándole las piernas a las madres de algún niño.
Paseamos por la tierra
diciendo que no nos vale la pena
toda esa miseria.
Y sin embargo, en el filo de la pobreza
se coloca la delgada raya de la prostitución
Y sin embargo y sin vergüenza
decimos que no nos merece la pena,
que mis lágrimas valen más que su hambre,
que mi dinero vale su humillación,
que no nos merecen la pena.

Pero si eso no nos merece la pena,
¿qué nos merece la vida?

20 de septiembre de 2014

Hay un poema en vuestras bocas
que acaricia la curva de su espalda
un poema que besa la cara interna de sus muslos,
un poema que le toca el sexo y la deshace en un espasmo de placer.
Hay un poema en vuestras bocas.
Pero la boca no ve
sólo habla.

Hay un poema que no ve vuestra boca
donde el cuerpo es una niña

y la mano demasiado vieja.

11 de septiembre de 2014

La rosa.

La rosa guarda pétalos:
ópalos opacos de silencio,
ósculos
oscuros.
Flota ahogada en su secreto.
Vive encerrada entre cristales
que cortan
sin un mínimo de fragilidad:
una rosa que grita
vergüenza
en formato cine mudo.

La rosa aguarda
en el reflejo impuesto
de su culpa
que regrese aquel eco
que rompa la cúpula
a fuerza de voz:
La rosa.             .asor aL
Silencio.            .oicneliS
Secreto.
Y un eco / que no vuelve,
una pajarera que no estalla.
Un oxígeno que se llena.
La densidad callada del aire
que presiona su tallo
con tanto silencio y su secreto,
con el reflejo del eco de su voz
muda.
Un tallo que supura,
una bola del futuro que implosiona,
mil cristales por el suelo,
mil cristales
en sus pétalos.

Piel de Mariposa

"Yo me siento una mariposa
porque soy frágil
pero quiero volar bien alto."

Quiero volar bien alto
con las alas
que salen de cada una de mis ampollas.
Quiero acercarme al mundo que no puedo tocar
y acariciarlo con la mirada.
Quiero cambiar vuestro miedo
por un helado gigante de chocolate.
Quiero jugar a la guerra con vuestra rabia
y mis soldados
llenos
de risa.

Sé / que vivo en el filo constante de la fragilidad
pero quiero seguir siendo una niña
que juega con pompas de jabón.

Papá, mamá,
una vez moví los brazos bien fuerte
y me concentré en despegar
un poquito
los pies del suelo
y os juro, que nunca había visto
una sonrisa como la vuestra.
Y desde entonces,
sé que los pájaros no son los únicos que vuelan
creedme, de verdad, que yo lo he visto.

Quiero / convertirme en mariposa cada día
y volar, volar bien alto
con estas alas
cada vez que sonreímos.

8 de septiembre de 2014

La memoria.

El equilibrio constante
de aquello que no deja de moverse
rotando sobre su eje
desde el centro de la tierra.
El avance circular
que nos devuelve siempre
al mismo sitio atemporal
de su memoria.
La caída agónica del buitre
sobre la sonrisa
carcomida por la muerte
de la hiena.
El último planeta
que se deshace en llanto
frente al sol.
El tiempo que ya no tarda
la luna en llenarse de luz.
La tormenta que no llega,
sino vuelve.
La bala en el sofá
que aparece justo a tiempo.
Lo que pasa sin irse,
lo que aparece sin llegar.
El péndulo de un reloj
que te dice
tic
tac

tic.

7 de septiembre de 2014

Inventario

Tengo una libélula muerta
volando a ras del fango
en el centro de mi cuerpo.
Una orquídea intoxicada
por un río nuclear
saliendo de mi ombligo.
Una gacela huyendo por mi miedo.
Dos espejos rotos
clavados en mis párpados.
Un universo de piedras y gas
ardiéndome la boca.
El ácido de la lluvia
en la punta de mis dedos.

Auto-

Aseguro al pasamanos
la astilla
que ha de clavarse.
Rompo el cristal en perfectos trozos
de muerte
calculada.
Hundo mis pupilas en el agua
para convertirlas en azul
cielo.
Limpio mis cadenas
para no oxidarme
estando atada.
Agarro el fuego
con la palma de la mano
viendo arder el contacto.
Floto en la soledad
de mi NO
impuesto.
Caigo con la fuerza de una bala
en el centro de la tierra.
Muero con todo el cuerpo lleno de libélulas

2 de septiembre de 2014

Progreso

¿En qué lunar de la piel se nos olvidó que era nuestra?
¿En qué palabra exacta nos convertimos en eslogan?
¿En qué zapatilla de Nike empezamos a correr?
¿Cuál fue la primera gota del Canal de Isabel II?
¿Qué viento el que destruyó los molinos de Don Quijote?
¿Qué cerilla fue la culpable del incendio?
¿En qué momento las galletas se convirtieron en hostias?
¿Cuándo dejamos que mastercar decidiese nuestro precio
y el Ikea nuestro hogar?
¿Cuándo que la tecnología dejase de ser el estudio del arte?
¿Cuántas redes sociales necesitamos para ser pescados?

¿Cuántos i-phon, i-pad, i-tuch hacen falta
para convencernos de que no i-vida?

Mis espejos

Frente a nosotras un espejo
que me odia
en silencio.

Silencio.

Ese silencio.

El silencio de la culpa,
el silencio de la rabia.
Del miedo.

Silencio.
Ese silencio.

Educarnos siempre en el silencio
y en silencio
mirarnos a un espejo
que no grita
y a mí me deja sin voz.

Ese
silencio
cargado de reflejos
que se cargan los futuros
y que sólo muestran un puto cuerpo
de prostitución.

Ese silencio de desprecio
que viene después de romper los espejos
que nos señalan con el dedo
y nos dicen que sólo valemos
lo que un tío quiere hacer con nuestro cuerpo.

Ese silencio.

21 de agosto de 2014

2008

Qué mona vas siempre
vistiendo como a mí me gusta,
poniéndote ese vestidito corto
con el que pierdo los ojos por tus caderas.
Qué mona vas siempre,
arreglándote el pelo,
maquillándote un poquito para disimular tus imperfecciones.
Qué mona vas siempre
¿no?

Qué mona
de feria
convirtiéndote en objeto de deseo de todo el que te mira.

Qué mona.

Pequeños proyectos de perfección

Os asomáis al mundo
queriendo descubrir la magia de las pompas de jabón
pero antes de bajar,
los colores del vestido conjuntados.
Subís a columpios que os acercan un poco más a la luna
y joder, casi creéis volar
mientras saltáis temerariamente a la arena del parque
pero por dios, ten cuidado que te vas a manchar la ropa.
Cómete toda la comida
pero engúllela, que si no, no nos da tiempo.
Juega, pero sin hacer ruido que me molestas para ver la televisión.
siéntate recta y mantén las composturas,
espera a que los mayores terminen de hablar,
no te manches mientras comes,
si no te gusta tu cuerpo, tranquila, lo puedes cambiar.
El pelo demasiado rizado,
los muslos demasiado grandes,
las caderas demasiado anchas,
el pecho demasiado pequeño,
la piel demasiado blanca,
90-60-90.
No te aceptes, tranquila, todo se puede cambiar.
Y si aún no se puede, se inventará.
Pero por favor,

no
te aceptes
porque aún no eres como yo quiero.
Ni se te ocurra aceptarte
que todavía puedes cambiar.
Lo más importante es que seas
un pequeño proyecto de perfección.

17 de agosto de 2014

Trachimbrod



Toda la vida es una búsqueda constante de nuestro Trachimbrod.

Recolectamos recuerdos del pasado contenidos en objetos
que guardamos en cajas
intentando cerrarlas toda nuestra vida
como si así fuesen a cerrarse las heridas.

Vivimos compartiendo el asiento trasero de un coche destartalado y azul
con un perro viejo y gruñón, un conductor ciego y un intérprete de nuestra lengua.

Vivimos buscando la historia (con minúscula)
que dé respuesta a nuestro viaje.

Vivimos buscando un lugar al que llegar
donde quedarnos.
Vivimos pensando que vamos a llegar a algún lado,
para acabar dando vueltas en círculos
porque si el mundo es redondo yo no sé qué es ir adelante.
Vivimos sin saber a dónde vamos,
pero cuando llegamos estamos seguros de que ese es el sitio.

Y al final, encontrar Trachimbrod:
ahí donde habitan nuestros recuerdos,
ese lugar por el que no pasa el tiempo.
Un paraíso de girasoles y sábanas blancas
donde reconciliarnos con nuestro pasado,
atrevernos a abrir las cajas llenas de polvos y recuerdo
y hacer un último viaje al otro lado del río.

Enterrar todo lo que una vez fue tormento
because everything is illuminated by the light of the past.

16 de agosto de 2014

1608

Estoy tocando el espejo:
un reflejo inerte
de lo que soy,
un contacto sin tacto.
No hay nada detrás de ese cristal
no hay yo
ni tú.
Este espejo no es ventana.
Esa imagen NO es tu cuerpo.
Deja de curarle al reflejo
tus heridas,
eres irreal.
Si te sigues mirando en el espejo
no existes.

15 de agosto de 2014

Pris(m)as





La distancia que nos separa
se mide por el tiempo
que tarda tu oscuridad
en tragarse todos los colores con los que te miro
desde la luz blanca de mi centro.

14 de agosto de 2014

Lágrimas

Cuerdas vocales
que no son cuerdas de escalada
sino muros de contención
consonantes con mi mente.
Cuerdas vocales
que me (des)atan
constantemente.

Las sujeto con la punta de mis dedos
y caen, lentas
como lentes que se estiran
y ya casi no hay hilo que una mis dedos
con su rebosante final

1408

Podría decir que mi sexo es tu herida
pero tu herida
es mi amor.
Y así me duele
y así se cumple lo que una vez quise:
amor y no sexo.
Pedí que se superponiese uno a otro:
amor sobre sexo.
Y así fue.
Mi amor te mató
y mi sexo te mantuvo.
La tuya no fue tan difícil
ni tan distinta
al resto de papeletas.
Pensé que fue diferente
porque mi vestido era largo
y se me descuelgan estrellas
del cielo
y a Escandar se le cae
el sombrero
y Marcos deja de saltar
y alguien deja de sonreír:
yo,
por ejemplo.

13 de agosto de 2014

No me salen las cuentas

Espejos rotos. Sangre, sangre por todas partes.
Siete años de mala suerte por romper un espejo.
¿Siete por uno? Yo
y miles de trozos que cortan.

1308

Y de repente tú.
Espejo.
Y de repente yo.
Nos miro.
Fuera dentro
dentro fuera
centro
epi - centro
hipo - pótamo
hipo - tálamo.
Tala.
Tala huesos
plumas
hojas.
Árboles que respiran pulmones más que.
Pulmones que respiran ce o dos
ce y/o dos
ce de e
ce-rilla
de-fecto
e-spejo.
Espejo de nuevo
cuando siempre
ya no hay yo.
Mi nombre se reduce a un nombre común, impropio, abstracto y colectivo.
Colectivo. Alejandra y autobús.
Colect(v)ivo
Alejandra.
Espejo.
Y de repente tú.
Ahora sí tú, no yo.

Palabras

Llover
Yo ver


Casarnos
Casa-r-nos
Casa are nos

31 de julio de 2014

Espera(l)anzas

Esperé que algún idiota
me salvase de él.
Esperé a ese gilipollas que viniese con caballo
y no fuese para drogarme.
Esperé que algún capullo
deshojase sus pétalos
por mí.
Esperé que sus ojos mirasen más allá
de mi cuerpo.
Esperé ser la musa de algún músico.
Esperé salvar todos los escombros que me encontraba.

Esperé.

Esperé que algún borracho no se fuese con mi resaca.
Me pasé esperando toda mi vida un poema al son de mi risa
- sólo porque él decía
que era incluso más bonita que mis orgasmos -
Esperé una puta oda a mi pelo
(que nunca me había gustado).
Esperé que mi madre viniese a leerme un cuento
sin monstruos
que ella misma creaba.
Esperé que mi puta familia me quisiera
pero no
          esperaba quererme yo.
Esperé a que la dieta hiciese efecto,
a que se me quitasen los granos,
a que se me alisase un poco el pelo...

Esperé.

Esperé desesperadamente que alguien dejase de esperar
algo de mí.
Esperaba que mis sueños se cumplieran
- pero me soplaron las velas -
Esperé a que el gusano se convirtiese en mariposa,
a que creciese la planta en mi yogurt
- pero se murieron la noche antes de llevarlas al cole -
Esperé a aprender a hablar
y me callaron
y me callé.
Esperé a aprender a escribir
y me quedé sin papel
                            ni boli
                                   ni lápiz.
Esperé aprender a cantar
pero tuve que dejar el coro
(la voz ya no se oía)

Esperé.

Esperé, joder, esperé
Esperé toda mi vida.

Esperé que llegase alguien a escribirme el cielo entre las piernas.
Esperé.

Esperé que mi mejor amigo sobreviviese al cáncer
pero no
lo hizo.

Nada de lo que esperé se hizo

Y yo no hice más que esperalanzarme puñales
- esos que ya cuento en otro poema -

Esperé al resto
pero nunca a mí.

Y después de llorar tras el orgasmo
dejé de esperar.
Porque una vez me dijeron
que soy amor      y vida
y el amor y la vida no esperan              se encuentran
porque el amor y la vida no esperan                   se hacen
del verbo hacer
de la palabra huracanes

de ti.

29 de julio de 2014

Huracanes.

Para ti.

Cuando se mira dentro
sólo ve escombros.
Escombros de todo un mundo
que piensa que él mismo ha destruido.
Cuando se mira dentro
todo es gris
                    y polvo
                                  y contaminación
y humo.
Mucho                                     humo.

Se mira
se mira con la niebla del submarino de todos esos porros
que se fumó hace años
y con los ojos cerrados
porque tiene miedo de su oscuridad
porque tiene miedo de ver lo que ya intuye:
dolor
vacío

nada.
Esa nada que le pasa por dentro
y no le deja respirar.

Se ahoga.
Se ahoga con su propio viento
y lo sabe
pero no puede dejar de soplarse.
Y huracanes de arena se le meten en los ojos
y no ve,
no le llegan los ojos a verse
las lentillas le escuecen
y las gafas le han roto las pupilas.

Sangra.
Le sangran            las pupilas.
Sangra huracanes de tristeza
que lleva mamando
desde su infancia.
Y sin embargo
siempre
lleva puesta una sonrisa.
Y creo que no lo entiende,
pero es que viene a mí, corriendo, como un niño y me dice "¡casa!".
No lo entiende
pero es que se acerca y yo por fin vuelvo a casa
No lo entiende pero es que huele a paz.
Y de verdad, creo que no lo entiende
pero es que tiene una muñeca rota
- como en mi dibujo -
pero aún sigue haciendo volar al resto
con sus alas.
Sigue salvando al resto antes de salvarse él
Y por eso tiene el cielo metido en el marrón de sus ojos
y por eso su risa es la cometa que vuela mis sueños
y por eso él           y por eso yo               y por eso    nosotros.

Y por eso, si tan sólo vieras en ti un cuarto de lo que yo veo cuando me dejas mirarte,
entenderías todo.
Entenderías el mundo, entenderías qué es la vida,
entenderías por qué el tiempo nos dejó tantas heridas.

Así que usa la misma fuerza que utilizas en destruirte
en descubrirte las heridas...
Atrévete
atrévete a sacar a ese niño que llevas dentro
ese que sólo pregunta ¿por qué?
¿por qué?
¿por qué?
pero sobre todo, atrévete a responderte como el niño que eres:
sin miedos, sin temor
sin vergüenza
de sentir todo lo que sientes
de sentir toda esa negrura
de sentir toda esa oscuridad
que te raja por dentro.
Atrévete a mirarte de frente,
a ser el soldado valiente que ya eres
(aunque se te haya olvidado),
atrévete a mancharte las manos cavando pozos de estiércol donde plantar flores
porque ya lo dijo Paco: sin estiércol, no hay flores.
Así que utiliza toda esa mierda que tienes dentro
y haz una guerra
y mánchales a todos
y planta el puto jardín del edén en tus pulmones
y que se te salgan los pétalos por los ojos.
O lávate los dientes, o salta, o monta en bici, o haz el pino, o camina por el borde de tu precipicio
o escribe
utiliza la poesía como tu aliada, no como tu arma
o haz lo que te dé la gana.
Pero haz. Haz algo que te manche y te remueva lo suficiente como para aprender a mirarte.
Pero haz.
Porque las letras del verbo hacer están dentro de la palabra huracanes,
aunque el viento las haya descolocado.

16 de julio de 2014

Poesía vs. poema

"La poesía es una vía de escape,
no la cura"

La poesía es el reflejo.
Ese reflejo que te devuelve lo que no quieres,
lo que no te atreves
a mirar de nuevo,
de frente.
El poema es el espejo
que hace posible el reflejo.
(Los dos
necesarios
para mirarte
y no sólo verte)

La poesía no es el poema:
"el todo es más que la suma de sus partes"

El poema es esa vía de escape
pero la poesía...
La poesía es otra cosa.

La poesía es la manera que tenemos de acercarnos
a cazar lo que nos arde.
La poesía es la única forma de mirarnos desde lejos
desde fuera pero sin salir
de vernos a distancia,
de re conocernos.
La poesía es como esa frase que tanto decía el abuelo Paco:
"la sabiduría que te dan los (d)años"

La poesía es ese puto trailer americano
que por una vez,
por una jodida y bendita vez
no te cuenta la película.
La poesía es la guerra,
la que siempre llega y nunca acaba.
Y el poema es ese tanque
que hace posible la Tercera Guerra Mundial
que ya está librándose en nuestros corazones.

Pero la poesía no es el poema.

La poesía es le horizonte, la meta, la utopía
lo que siempre perseguimos
y nunca tocamos.

La poesía soy yo
(yo y cada uno de nosotros
de vosotros)
Y lo que escribo...
Lo que escribo es sólo un poema.

Y al igual que tú no te puedes definir en un poema
y al igual que tú no eres sólo un poeta,

la poesía
no
es
sólo
el poema.

13 de julio de 2014

Autoestima en números rojos

Tengo el autoestima en números rojos
pero no un rojo de esos carmín
que dejan besos en vuestras camisas blancas.
Tengo el autoestima en número rojos
un rojo de esos que dejan marca
en mis espejos rotos.

Que me ves aquí, valiente,
subida a este escenario,
leyéndote mis poemas,
pero en realidad tengo vértigo.
Vértigo a las alturas.
Vértigo a hablar en público.
Vértigo a desnudarme el alma
y que no nos guste lo que encontremos.

Que esa que te canta en la cama
no le ha cantado nunca a nadie
ni siquiera a ella misma.

Que soy poema que suena a valor
pero no soy valiente,
ni siquiera dulce chocolate amargo.
Soy solamente un montón de sangre
cansada de latir.
Y nunca pensé que diría esto...
pero
estoy
cansada
de latir.
Cansada de latirle al resto
sin haberme latido
primero a mí.
Porque esa gata  salvaje que ves acercarse a tu boca,
sexy
decidida,
no sabe todavía cómo mirarse al espejo
(ni desnuda ni sin ropa).

Así que renuncio a todo esto:
al rojo pasión,
a los números que no cuentan cuentos,
al sexo sin amor,
al amor sin sexo.

Al amor

sin

mí.

9 de julio de 2014

Reflexión-promesa


No estoy harta de sentir
ni de amar
ni de cometer errores
ni de hacer el gilipollas por algún que otro tío.
No estoy harta de ser humana
ni de vivir.
Pero sí estoy harta de cometer
siempre el mismo error:
que es que no me cuido.

Hace no mucho descubrí que era la chica faro, la que siempre estaba alumbrando a todos pero donde luego nunca nadie se quedaba. Pensé que debía estar ahí arriba para cuidar a la gente, porque eso es lo que he querido hacer toda mi vida: cuidar de las personas que me rodean. Pensé que debía estar ahí porque si no, la luz se apagaba. Pensé que cuidando al resto me cuidaba a mí misma.

Pero no.

Cuidando al resto no me cuido yo. Cuidando a los demás, les cuido a ellos y nada más.
Y me gusta hacerlo. Me gusta cuidarles.
Pero yo también tengo derecho a ser cuidada. Y lo voy descubriendo poco a poco, gracias a la gente que tengo a mi lado.
Y a la que no.

Hoy he decidido que estoy harta de mirar al mar y sólo desearlo.
Yo
que siempre he sido agua y estoy más cómoda cuando estoy cerca de ella,
en ella, deshecha en sus adentros.
Yo
que he mirado durante tanto tiempo al mar, desde arriba,
con temor a que si me iba de ahí, la luz del faro se apagase.
Yo
que he me he hecho responsable voluntaria de que esa luz que guía hasta casa siguiese latiendo.
Yo
hoy
he decidido que me bajo del faro y me voy a nadar.
Que tengo derecho a disfrutar de lo que me hace sonreír.
Que la luz está en mi mirada y no en la bombilla que hay donde vivo.
Yo
hoy
he decidido salir a cuidarme.

Y no, no nos confundamos. Este texto no va para nadie. Sólo va para mí. Es una especie de reflexión-promesa
(de las de verdad, no de las que hacemos cuando estamos enamorados,
de las que hacemos cuando somos amigos)
una reflexión-promesa que me hago a mí misma:
vas a cuidarte, Sara. Y vas a hacerlo porque te lo mereces
                                                                                         de
                                                                                             una
                                                                                                   puta vez.
Y resulta que el otro día miré por la ventana y vi que hay alguien esperándome abajo,
dispuesto a chapotear conmigo.

Me voy con él.
Si me buscáis estoy con mi salvavidas.

29 de junio de 2014

La chica faro


Alumbro para que lleguen a puerto y vuelvan a casa
Alumbro para que encuentren a su sirena en alta mar
Pero nunca nadie se queda en el faro




Ilustración de Paula Bonet

27 de junio de 2014

In-presentable.

Hay días en los que América Latina
me palpita más que nunca.

Ya hace casi un año que volví
y aún no he sido capaz de escribir
ni una
     sola
          palabra,
ni una puta palabra que lo merezca.

A veces sospecho que no existen palabras
que la abarquen,
ya ni siquiera me planteo la posibilidad de explicarla.

A veces sé que ni el cielo le llega
a la altura de los talones
porque ella es infinita.

A veces entiendo que no voy a ser capaz de volver a tenerla
si no es yendo de nuevo a empaparme
y
  ni siquiera
                eso
                     porque ella
                                      no
                                           es
                                               de nadie.

Hay días en los que regreso en colectivo
y no en autobús,
y su olor me inunda las fosas nasales
y el corazón me late más fuerte
y la sangre sale a chorro
por las grietas de un lugar
al que nadie
tiene
tiempo
de escuchar.

Hay días que me visto con trajes regionales
que almuerzo choclo
y tomo mate.

Hay días a punto de ebullición en La Costanera,
hay días que no me pongo faldas, sino polleras
hay días que no me pongo camisetas, sino remeras.

Hay días que me reverberan sus palabras,
hay días que no sé hablar
sino es para nombrarla.
Que no lo entendéis,
que no es vomitarla,
que es que se me sale por la boca
sola
cuando la pienso.

Que no lo entendéis si no habéis estado allí
para conocerla.
Que no lo entendéis
y yo no os la puedo contar
porque la palabra exacta
no existe
y todas las demás
se le quedan pequeñas.

No sé cómo haceros entender
la sangre que me corre por las venas.
No sé,
de verdad, no sé
contárosla.

Una vez dijeron de mí que no necesitaba presentaciones,
que me presentaba sola.
Y yo sólo pude pensar en América Latina,
en que a ella tampoco se la puede presentar:
in-presentable
le dicen,

le digo.

Decimos muchas cosas,
hablamos por no callar,
hablamos porque se nos ha roto el resorte
que nos hace dejarnos temblar.

Decimos
     y decimos
            y decimos
                  y yo sigo diciendo
que no es posible
que es mejor que me calle.

¿Qué digo?

pero no sé lo que digo.

Sólo sé que su ausencia se hace muy grande
y que las heridas que me ha dejado
no son grietas
son putas fallas tectónicas
                                             en el pecho.

Carlota Vol.3

Conocer es un verbo grande
casi tanto como querer
pero menos peligroso que "nombrar
es poseer".

Yo la conozco.
La conozco como se conocen las cosas:
siendo capaz de explicárselo a mi abuela:
Podría hablaros de su sonrisa,
de su miedo al fracaso.
Podría hablaros de lo bonito de su risa
cuando llueve
y el cielo no está gris,
de su miedo a que los espejos
le rompan
en mil trozos de mala suerte
durante siete años.
Podría contaros de lo valiente de sus ojos,
de sus manos que me cuidan,
de su gato
y de sus padres.
Podría deciros que sabe de lo frío del invierno
y por eso es siempre primavera
aunque a veces otoñezca
y casi siempre veranee en algún cielo.

La conozco y la quiero
y aún no se me acaban los versos
aunque ya lleve tres poemas.
La quiero por todo lo que me dice
y no se cree ni siquiera ella.
Por todo lo que me salva
con sólo saberla cerca.
La quiero por sus tonterías
y su manera de convertirse en flan
cuando me deja leerla.
La quiero por su poesía,
por ser poesía.
La quiero desde dentro
y hacia fuera
La quiero por el camino, sentada y a la sombra.

La quiero.

La quiero porque es
y siempre ella.
La quiero porque es
y también conmigo.
La quiero porque somos
sin necesidad de poseernos
con un nombre.
La quiero
por Carlota.

26 de junio de 2014

De todo eso del amor.

Si quieres arder
me convierto en hojas secas
para empezar tu incendio.
Si quieres naufragar
me deshago en agua
para que te hundas.
Si mañana te apetece surfear,
soy ola.
Si te apetece ser bucanero a la deriva,
soy barco pirata.
Si decides descubrir el firmamento y poner un pie en la luna,
soy nave y traje espacial para que no te asfixies.
Si quieres convertirte en jardinero,
me hago flor
para que me plantes con mil besos.
Si quieres ser poeta,
me pido ser tu pluma,
no tu musa inalcanzable.
Si quieres volar, me hago cielo
y no tus alas.
Si quieres caminar,
me hago camino
y el camino se hace al andar.
Si quieres quererme ahora,
yo ya te quería de antes.
Si quieres ser tú,
me pido ser yo.

25 de junio de 2014

Lluvia de verano

Vuelvo de una jam
de recitarle al chico que me gusta,
que está con otra,
que le quiero.
Que le quiero como él no me quiere
que le quiero como él le quiere a ella,
como ella le quiere a él
(aunque eso no lo tengo tan claro),
como todos los días.

Vuelvo de una jam
en un autobús verde
como todos los buses
en los que vuelvo de las jams,
como todos los días.

Vuelvo de una jam
y llueve.
Y ya no es como todos los días
Llueve y el cielo está nublado,
no hay estrellas,
es decir,
Miguel no está.
Llueve justo cuando pongo el pie fuera del bus.
Y ya no es como todos los días
Llueve
y es la primera tormenta de verano.
Ya
   no
     es
       como todos los días.

Y yo vuelvo de una jam
y llueve
y me llueven los te quiero
que le dije
y no sé si él entendió.

Llueven y me llueve y me mojo
y me calo.
¿y qué cojones significa,
Miguel,
esta lluvia?
¿Por qué ahora? ¿Por qué hoy?
                                           ¿Por qué llueve?
¿Por qué llueve si es verano
y yo le quiero
pero
     tú
        no
           estás?


no
estás.

Y por eso llueve
en verano.

22 de junio de 2014

Te quiero

Para estar contigo
hace falta ser valiente.
Porque tú no tienes heridas en el pecho,
tú eres una herida sin cerrar,
una granada a punto de explotar
latente (de latir)
esperando
unos labios que le detonen.
Por eso hay que ser valiente.
Hay que ser valiente para estar cerca de ti
porque aún no te conoces
y quien se acerca corre el riesgo de ahogarse contigo.
Hay que ser valiente y paciente
porque no tardas en acostumbrarte
pero sí en acercarte a querer-
te (y me).
Hay que ser valiente y fuerte
para atreverse a vivir con el tic tac
de una bomba que nunca sabes
si va a explotar.
Para estar cerca de ti
hay que atreverse a vivir sin paracaídas,
hay que saber que te vas todos los días
a conocerte
y que ni siquiera tú sabes ni cuándo
ni cómo vas a volver.
Estar cerca de ti significa
darte la mano y saltar
sin saber si hay suelo,
colchoneta elástica
o arnés que nos evite la muerte.
Estar cerca de ti supone
acercarse a menos de dos centímetros de tu boca
y decirte:
"si tú te tragas pastillas para dormir siempre,
yo te beso
y nos dormimos los dos".
Acercarse a ti
supone dejar atrás el
¿capaz o incapaz?,
porque los dos sabemos que contigo
no existen los -in
Estar cerca de ti
supone quererte.
Y yo...

20 de junio de 2014

Míra(me)

Sólo espero que cuando mires atrás
te acuerdes de que siempre estuve para ti,
que siempre tuve tiempo para hacerte sonreír.
Sólo espero que cuando mires atrás
te des cuenta que tuve más detalles contigo
que esa con la que te quedaste,
que te llevé más chucherías y alegrías
que tonterías por las que rayarte.
Sólo espero que te acuerdes
de todas las veces que acabamos en tu cama
sin poder evitarlo,
porque ni siquiera queríamos intentarlo.
Que cuando digas
"es que ella está más cerca"
seas consciente
de que cerca está
quien tú dejas que esté.
Cuando mires hacia delante y sólo haya niebla y precipicio desde el que saltar,
cuando mires atrás y veas a todas las que te dejaron pasar,
ojalá, entonces,
te acuerdes de mirar a tu lado
para ver que sigo ahí,
mirándote crecer
y caer
esperando a que esta vez
sea en mí.




Si tenemos los ojos cerrados
todo está oscuro
y es propicio para los monstruos.


La luz sólo se ve cuando abrimos los ojos.

19 de junio de 2014

Caperucita Roja

Inspirado en un poema de Moises Pérez García





Se colocó en el punto
más estratégico de sus heridas:
sus dentelladas.
Y él se acercó,
hambriento de rabia y amor,
sin darse cuenta del cepo
de la trampa,
de que ella no era el premio
sino el cebo para cazar
su poesía.

Se metió en la boca del lobo,
se dejó comer hasta las bragas,
para luego
rajarle las tripas
desde dentro.

El malo del cuento no fue
quien tenía las fauces
más abiertas y afiladas.

La mala del cuento acabó siendo
la de cara más dulce
y cuerpo de infarto.

A veces las cosas no son lo que parecen
pero para ver
hace falta mirar.

14 de junio de 2014

Borrando.

Estoy borrando de mi reproductor todas las canciones que me recuerdan a ti
y me duele cada nota,
cada verso que recuerdo que me dedicabas.

Estoy borrando todas las canciones que me recuerdan a ti
aunque ya hace tiempo que las paso
cuando empiezan a sonar.

Estoy olvidándote voluntariamente
porque nuestras canciones ya no me dicen
"quédate, quiero que te quedes".

Estoy ejerciendo mi derecho a la amnesia obligatoria
porque tu voz sonando en mi cabeza
me araña las circunvoluciones del cerebro,
porque tu voz arrastrando cada nota desafinada
dispara las mil revoluciones
que llevo atadas a mi pecho.

He borrado todas y cada una de esas canciones
para decirme a mí misma que es el momento
que "ya está bien, guapa, de andar salvando almas",
que "fuiste su sálvese quien pueda y quien pudo no quiso"
que "oportunidades damos todos
y tú más que ninguna
pero que ya está bien,
que te mereces otra cosa":
música nueva, pasos nuevos,
risas nuevas.

Estoy borrando todas y cada una de aquellas canciones
que un día construyeron un "nosotros"
y me duele más que a ti hacerlo
porque yo era la que llevaba el a(l)rma
cargada de primaveras.

Estoy borrando
porque yo siempre fui tu duda,
porque siempre dudaste de si era cierta,
porque siempre dudaste de mí.

Te estoy borrando porque yo fui
la duda de no saber cómo acaba la canción.

Pero ahora ya no hay duda
ya no más conversaciones,
ya no más intentos de convencerte de que la primavera
da alergia, sí,
pero es bonita
y tiene solución
siempre tiene solución.
Ya no voy a intentarlo más
ya no voy a decirte
que aquel mar llevaba a buen puerto la barca.
Ganas tú,
la canción acaba como tu querías,
la barca naufraga

y yo

te borro del mapa.

13 de junio de 2014

Diario de un naufragio I

Llevo aquí varios días.
Mi amnesia voluntariamente selectiva me impide recordar cómo he llegado hasta aquí y cómo bajar esas escaleras que hay ahí corriendo e ir a bañarme alguna mañana. No sé cuánto tiempo llevo viviendo en este lugar tan frío y húmedo, pero empiezo a acostumbrarme a los temblores y al rechinar de mis dientes por las noches.
Ayer por la mañana me acerqué a sus ojos y miré hacia abajo: hay mar.
Me encanta el mar. Adoro el mar. Quizá por eso he acabado aquí. Aunque supongo que mi intención nunca fue quedarme encerrada en lo alto, lejos del mar. Supongo que quise bañarme y quedarme a vivir en el agua, cuando una ola me transportó disparada y furiosa hasta aquí. Pero en realidad no tengo ni idea. Las mañanas son aburridas y ahora no tengo nada que hacer.
Por las noches es otra cuestión. Hay una bombilla en el centro que gira y gira y gira y nunca de girar. Cuando vine aquí seguía girando hasta cuando el sol ya alumbraba lo suficiente. Y desde entonces, la apago por las mañanas.
Creo que es un faro.
Vivo atrapada en un faro. Miro hacia el mar desde lo alto de un acantilado. Justo al borde del precipicio, preparada para caer al mínimo atisbo de tormenta y marejada.
Pero a lo que iba, que por las noches es más entretenido. Tengo una conspiración contra el mundo dibujada en la pared izquierda del faro redondo donde vivo. También cuento estrellas de vez en cuando y pongo nombre a las olas que vienen a visitarme desde abajo.
Viví enamorada durante un tiempo de la idea de ser "la chica del faro": alumbrar a las almas perdidas, ayudarles a encontrar el camino. Quizá, algún marinero en tierra subiese a darme las gracias.
Es cierto que nunca hay demasiado aforo por este mar, pero siempre creí que de vez en cuando algún marinero desorientado se acercaría, mirándome como diciendo "menos mal que estás tú aquí".
Por eso siempre alumbraba con mis ojos a todo el que pasase por mi mar, por el mar hacia el que miro.
Pero nunca viene nadie.
La verdad es que siempre ando orientada hacia el horizonte. Siempre doy luz sin que me lo pidan.
Pero soy oscura. Estoy oscura, atrapada en este sinsentido que es alumbrar a todos los marineros que sólo quieren cruzar su mar para llegar a la orilla y escapar.
Y ahora voy aprendiendo que la oscuridad no suele gustarle a la gente. Aunque no lo entiendo, porque todos los que vienen viajan en la oscuridad, guiados por las estrellas. ¿Y qué manera más sencilla de decir que te gusta la oscuridad que caminar cuando ella camina?
Estos marineros me desconciertan.
Así que nunca nadie se queda. Nunca nadie para ver el mar conmigo, para subir desde mis pies hasta mi boca y quedarse a escuchar el rumor de las olas en mi soledad y mi oscuridad.
Aunque no es tan oscura.
Pero parece que nadie quiere acercarse a verlo. Como ya he dicho, tengo una conspiración pintada en la pared derecha... ¿o era la izquierda? Ya no lo sé, cambié de postura hace un rato.
Las noches de tormenta, las olas se enfadan conmigo, me desgastan la roca en la vivo.
Creo que me voy confundiendo con el faro. Ya no vivo atrapada en el faro. Ahora hay una yo que es un faro.
Pero sigue sin haber nadie más. Nunca nadie para cuando quiero cerrar los ojos. Nunca nadie para que no se apague la bombilla y siga girando.
Empiezo a cansarme. Empieza a apagarse mi luz. Los marineros por la mañana están servidos, así que yo no sirvo para nada, y entonces me dedico a imaginarme mi pasado. Ese del que no (quiero) recuerdo nada.
Empiezo a apagarme de tanto dar sin recibir. Si al menos alguien subiese para hablar un rato...
A veces me encojo y las rocas se me clavan en la parte de atrás de las rodillas (esas en las que nadie se fija).
Algunas noches, las más tranquilas, salgo con la luz de mi bombilla, como si flotase por encima del agua y me dedico a ver a mis marineros. La mayor parte de ellos van un poco borrachos, tienen tatuajes, alguna foto en la repisa y libros y cuadernos. Nunca consigo escuchar ni leer lo que piensan, pero me lo imagino.
Supongo que estarán enamorados y que escribirán cartas a sus chicas que no podrán leer hasta que ellos vuelvan, pero digo yo que será una manera de sentirse calentitos. A veces me gustaría tener alguien a quien escribir, alguien con quien el simple hecho de escribirle me recuerde su calor.
Creo que a eso es a lo que la gente llama hogar.
Es posible. Me gusta la idea. Voy a apuntarla en mi muro de las conspiraciones. Un momento.
Ya.
El otro día, uno de ellos estaba fuera del camarote. Creo que bebía cerveza. Decía algo que sonaba bonito, así que bajé un poquito más para escuchar.
Era poesía.
Estaba solo, en la cubierta de su barco, bebiendo cerveza y recitando poesía. Un tipo curiosamente extraño. Eran poesías bonitas. Muy bonitas. Me quedé embobada mirándole y pensé la putada que sería enamorarte de un buen poeta. Porque si algún día lo dejaséis, si algún día él se fijase en otra que no fueses tú, escribiría poemas sobre ella (y no sobre ti), y sus poemas te seguirían gustando y no podrías odiarle mucho, porque encima de gilipollas, escribiría bonito.
Así que me fui corriendo a casa, para evitar que la luna nos enamorase.
Te cuento todo un poco alterado en orden cronológico, pero son como mis pensamientos vienen y van.
La cuestión es que al día siguiente, por la mañana, seguía ahí. No se había movido ni un ápice. Bueno, quizá un poquito sí, pero vaya, nada perceptible para el ojo humano. Y por la noche también seguía. Y así estuvo tres noches el tío (por decir algún número, pero ¡vete tú a saber!).
Yo bajé todos los días a escucharle recitar su poesía. Supuse que había otra a la que le escribía, pero a veces sus versos, en mi opinión, eran sólo para mí.
Al cabo del tiempo (y que no de los años, supongo), desapareció. No sé qué fue de él. Nunca le vi partir, igual que nunca le vi llegar. Su barco no estaba en la orilla. Ni su ropa por la arena. Ni si quiera había pisadas. Pero tampoco había ningún cuerpo flotando. Supongo que habrá desaparecido.
Qué puta suerte ésta ¿eh? Y la vida, esa también es una puta. Para uno que se había quedado más de lo que dura su viaje, va y desaparece el muy capullo.
En fin.
Que por cierto, hablando de mariposas, hay otra yo que vuela y es libélula a ras de suelo y con las alas de un cristal dinamitado. Diamantado (de diamante). Y también agua. También hay una yo que es agua, otra que se abraza cuando llora a sí misma, otra que aún sabe jugar al escondite...
En fin, que hay muchas yos. Quizá por eso nadie quiera subir a verme. Quizá lo saben, o se ve o algo en la luz que se desprende de la bombilla y por eso no vienen a hablar conmigo. Quizá debería bajar a comprar una bombilla nueva. Pero no sé dónde estoy ni cómo me llamo. Y me estoy cansando de escribir y quedando dormida. Así que quizá me ponga a leer poesía de ese libro que hay ahí tirado
(que, por cierto, no estaba hace un rato).
Total, que soy un faro.

11 de junio de 2014

Suerte

No tuve demasiada suerte durante los últimos 22 años:
Vi un gato negro
mientras pasaba debajo de una escalera.
Rompí un cristal
al abrir un paraguas en casa.
El 13 de algún mes pasado
derramé la sal sobre la mesa.
Me harté del mundo
todos los domingos.
Bostecé los lunes,
me resbalé dentro de la ducha,
se me cayó todo a los pies en medio de la calle.
Te vi.

Nos conocimos en un bar
escuchando poesía.
Fuiste el primero en salir,
el primero en leer,
el primero en mirarme
y recitarme mis heridas.

Me hablaste mientras esperaba a otro hombre.
Apareciste y desapareciste
como mi suerte estos últimos 22 años.

Idas y venidas
de tu corazón al mío
Cervezas, abrazos, chocolate y chucherías.
Sonrisas, caricias
y un poco de poesía.

Confianzas rotas,
escombros sin curar,
ropa no frost,
música de por medio,
y tu cama deshecha,
abierta de par en par.

No tuve demasiada suerte durante los últimos 22 años
pero te vi,
e hice una apuesta en blanco
y con los ojos cerrados.
La ruleta giraba y yo
con ella.
Me saliste tú,
cambié todas mis fichas
por tenerte sólo un día más

Y ahora,
yo,
tengo suerte.

Hormigas como palabras

No seré yo quien mate la última hormiga.
(Silvia Nieva)


Aparecen ante mis ojos
en mis hojas.
Todas en fila india
una dos tres
Pequeñas manchas negras
sobre un folio en blanco.
Siguen y siguen caminando
como si no tuviesen otra cosa que hacer.
Continúan camino a su destino:
un agujero negro hacia el subsuelo.
Llevan a sus espaldas miles de pedradas
más pesadas que sus cuerpos.
Hormigas como palabras
Todas en cascada
como en
este poema.
No seré yo quien mate la última hormiga,
que sigan andando las palabras,
que no se muera
la poesía.

10 de junio de 2014

Verbos que ya no hacemos

Hemos perdido la costumbre
de conjugarnos la vida
en verbos.
Cometemos más faltas de ortografía
que atentados contra el ministerio

Se nos ha olvidado

Mirar al futuro con la seriedad
con la que un niño juega
a salvar a sus peluches
del malvado monstruo.

Saltar a la piscina haciendo una bomba
porque no sólo no nos importa mojarnos,
tampoco nos importa salpicaros.

Correr como si fueras el último integrante de tu equipo
en el juego del pañuelo.

Gritar con la rabia de la revolución.
Cantar como si estuviésemos solos en la ducha.
Abrazar con el cariño con el que miras a tu abuela.
Sonreír con la dulzura de un enamorado.
Reír como si te estuvieran haciendo cosquillas.

Soplar tus sueños en una burbuja,
espantar palomas y miedos.

Jugar.

¿Aún podemos jugar
y dejar que la vida nos atraviese?
¿Respirar como si salieses del agua?

¿Vivir?
¿Aún podemos vivir?

9 de junio de 2014

Declaración de intenciones.

Quiero bailar contigo en tu salón
con la Libertad y la Luna
enredándose entre nuestro pies.
Quiero hacerte el desayuno cuando tengas un mal día.
Quiero besarte la espalda antes de irme a trabajar.
Quiero mirarte
y que me pilles desprevenida
sonriendo.
Quiero ver tus ojos llenos de legañas.
Quiero que nos grabemos haciendo poesía
y el amor.
Quiero cantar contigo
la canción más bonita del mundo.
Quiero recitarte el poema que más me duele
y romperme contigo
si sé que me vas a agarrar la mano
y los miedos.
Quiero que no deje nunca de sonar esa canción en mi cabeza.
Quiero ducharme contigo,
convertirnos juntos en agua.
Quiero oír las vidas de tus vecinos un domingo por la mañana.
Quiero que me dejes la puerta abierta si hace frío.
Quiero que tus manos no se acostumbren a mi cuerpo.
Quiero que descubras el mapa del tesoro,
lo que hay debajo de mi mirada.
Quiero poder dejar mis libélulas en el armario de tu despensa
sabiendo que no vas a comértelas.
Quiero que nuestras tazas se encuentren.
Quiero hacerte mil dibujos mientras duermes.
Quiero acariciarte las heridas,
la sonrisa
y las pestañas.
Quiero comprarte chuches
y enseñarte a hacer barquitos de papel.
Quiero naufragar contigo
y sobre mí.
Quiero curarte
y ponerte cachondo cuando me recojas de la universidad
vestida de enfermera.
Quiero emborracharme
y beberme las ganas de ti cuando te vea.
Quiero que dejemos de jugar a estar enamorados
y que nos hagamos el amor.
Quiero que no dejes nunca de recitarme mis heridas,
porque las haces más reales
y distantes
y distintas
y asequibles
y bonitas.
Quiero ser una declaración de intenciones no unánime
para que nos construyamos un puente nuevo cada día.
Quiero construirnos los silencios.
Quiero que seas arisco cuando tengas ganas
y aprender a respetarlo.
Quiero que te aprendas mis humores
y respetes mis tiempos.
Quiero que llegues del trabajo y tengas ganas de verme.
Quiero,
a fin de cuentas,
todo lo que aquí no está escrito:
tu sonrisa.

Arigato.

Ayer estábamos todos.
Nos reuniste para decirnos
uno a uno
que ya no sufrías.
Que estabas bien.
Que el cielo es más cómodo
si te sientas en una nube.
Que el mundo es pequeño
y nosotros muy grandes.
Que hay menos contaminación
y que ya no te molestaba la última vértebra
que se te rompió.

Ayer estábamos todos.
Estaba Paula,
preciosa,
llorando los ojos y la voz
cuando te vio entrar
a hombros de tus hermanos.
Estaba Lara,
leyéndote a ti,
que no te casabas.
Estaba Clara
rompiéndose en cada acorde de guitarra.
Tenías que haberlas visto.

Tenías que haber visto a Marcos temblarle la voz,
a tu madre aplaudirte mientras te ibas.
Tenías que haber visto a tus amigos
sonreirle a la muerte
mientras te sonreían a ti.
Tenías que haber visto sus ojos.
Tenías que haber visto todos los que éramos.
El patio de Santo Tomás,
tu patio,
tres patios más
y los laterales.
No cabíamos.
No entrábamos.
Y todos estábamos allí por ti.

Tú nos rendiste un homenaje en vida
y ahora,
yo,
intento hacer un poema
a la altura de tu luz.

Así que os pido que levantéis las copas
y hagamos un brindis por él:
Por la primera vez que pisaste la sala verde
para decirnos que tenían que hacerte la primera biopsia.
Por cada visita al hospital.
Por cada enfermera.
Por cada ciclo.
Por cada vía.
Por todas las veces que caíste
y nos levantaste sonriendo
(tú a nosotros)
Por el tiempo que pasábamos riendo,
sentados en tu cama del hospital.
Por los gritos, el llanto y el miedo.
Sobre todo por el miedo.
Por estos tres últimos meses en los que fuiste la paz
y el bastón para caminar
de todos nosotros.
Por tu respiración entrecortada.
Por tu cabezota sin pelo.
Por los vómitos.
Por la lucha.
Hoy brindo por tu lucha.
Porque fuiste la voz que calmó todos mis temores.
Porque
me enseñaste a brillar.


Ayer no estábamos todos.
Tenías
que haberlo visto.





5 de junio de 2014

Puñales

Me clavo puñales en el corazón
porque en realidad,
soy la única que puede llegar hasta él.

Me clavo puñales.
Los más infectados
los más oxidados
los más viejos.

Me (des)sangro los ojos
con los besos de un cualquiera
que no me merece la vida.
Me arranco los sueños
hipotecándome el ala rota que me quedó
después de aquella huida.
aquella infancia.

Soy agua. Soy eso:
un lago.
Soy un lago en medio de un  bosque:
si me da el sol, brillo
y por la noche
(me) doy miedo
si el cielo está nublado,
si la luna no me alumbra.
No tengo olas ni delfines
pero tampoco tiburones.
Tengo barro
y un montón de fango al final del túnel.

Me caí con seis años ahí dentro
y desde entonces
sigo cayendo.
Un pozo sin fondo
un mar sin océano.
Verde, azul, negra, opaca o transparente.
Todo depende
de cómo me mires.

Odio a ese que me vio caer
a quien me empujó
a quien me tiró por la borda.

Odio es una palabra muy fuerte
y yo odio con mucha fuerza.

Odio al que me hizo creer que yo me merecía
sin acabar el verso.
Odio al que me creyó más puta
y menos niña.

Odio.

Odio en silencio
y me duele la garganta de gritar-
te/me/le
las lágrimas.

Oigo el silencio,
oigo a alejandra
y a sus pájaras.
La pluma de sus alas
voló cerca de mí
sin siquiera rozarme.
La vi caer,
impávida,
desde su cielo
hasta mi suelo.

Oigo la música del suicidio.
Oigo el ácido de sus lamidos.
Le oigo.

Os oigo atenuados por esta masa que me envuelve,
por los flujos del llanto de esa niña de seis años.

Y me escurro.

Me escurro porque no me tengo
porque no me en(-)vaso
ni al vacío ni al lleno.
Me escurro por mi cuerpo
y por el suyo.
Me escurro río abajo
sin moverme de mi asiento.

Huyo. Fluyo.
y no me hallo
Y no respiro.
No me salvo,
no me aguardo,
no me espero.
No me atrevo.

Pero sí le salvo
sí le aguardo,
sí le espero.
Y si le atrevo, no me muero.
Y si le toco, desaparezco.

Ya casi no siento.
Me clavo los puñales:
si la única forma de estar viva es (des)sangrarme
yo lo intento.

A ver quién es el valiente 
que viene ahora 
a salvarme de mí misma,
de mi abismo,
en un abrazo.

3 de junio de 2014

Abismos y prisas

Yo
tuve
la risa más bonita del mundo
para ti.

Me dejé hacer cosquillas
y tú, amor,
me clavaste los dedos entre las costillas.

Se me aceleró el corazón
con tu mano,
contigo
y tú lo sabes porque te tumbaste a escucharlo sobre mi pecho.

Carre(te)ra de asfalto
pleno sol
verano,
(des)hidratación.
Sin frenos
con precipicios.
Sin paracaídas
con alas
rotas.

"Tal vez piensas demasiado"
Y demasiado fuerte
es lo que aún no sabes.
Pero es que tengo una libélula
atragantada en el diafragma
que no me deja
parar de volar-(me la cabeza)

Me has visto asustarme y asustarte
Me has acariciado las heridas
y te he besado la espalda.

Me has hecho el amor
lento
sin besarme la boca.

Me has tratado con tanto tacto
que se te ha olvidado el contacto.

Hemos fingido ser dos locos
enamorados
por un rato.

Te has convertido en poeta
me has convertido en un juego
hemos deshecho las penas
y te has quedado dormido.

Hemos querido cortarnos las venas
nos hemos bebido todas sus curvas
le he gritado a tus vecinos
y he bailado en tu ascensor
mientras pensaba que el amor
me corría por la sangre.

Yo
he tenido
la voz más bonita
cuando cantaba contigo.

De póker y de juegos

Tal vez aprender a jugarte
sea el mayor riesgo de esta partida.
Y yo no sé si tengo ganas
ni cartas
ni baraja
con la que echar a jugarme
un póker en la vida.

Tal vez yo me dejo jugar
porque no hago trucos.
Pero tú eres mago
y juegas a tu antojo con mi vista:
consigues que me fije
sólo
en lo que dejas sobre la pista.

Tal vez sea mejor dejar el sexo que nos emborracha
cuando bebemos cervezas.
Tal vez porque me hago daño
o quizá porque estás con otra.
Tal vez porque hoy estabas cansado.
Y el otro día porque estabas jodido.
Y otro porque nos teníamos ganas.
Pero es que, amor,
siempre nos tenemos ganas.
Nos bebemos las ganas del otro cada vez que nos vemos.
Y tengo sed cada vez que te veo
cerca de mí
acariciándome los miedos y las heridas.

Tal vez deberíamos apostarnos
esos mil besos que me envías
a una sola carta;
tal vez apostarnos la vida
a todas nuestras cartas;
o tal vez apostarnos todas las cartas
a toda nuestra vida.

Aunque tal vez debería dejar de jugar
y fumarme mis miedos en algún bar.
Tal vez debería cuidarme un poco más
de ti
que me vas ganando la partida
y esta vida.

Pero no juegues con quien antes de perder la partida
tuvo tiempo para mirarte la espalda
las alas
y la herida.
Levanta la vista de esa cuatricromía
que es siempre tan atractiva,
aparta las cartas que separan nuestros cuerpos
y bañémonos sin un ápice de escudos.

Pero tal vez tengas miedo
y a mí también
por noséquérazón.

Así que shhh
Porque si hablamos en voz alta algunas cosas,
los deseos,
se cumplen.
Pero es que un deseo no mueve nada.
Y una decisión lo cambia todo
ojalá que no cambie nada:
"me lo apuesto todo al rojo de mis días"

He sido juego y juguete.
He sido póker y baraja.
Pero ya no soy más tuya
ni si quiera un poco mía
Y si quieres jugar a las malas, 
jugamos todos, guapo.

Pero esta vez,
la baraja,
sí está trucada.


esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.
(A. Pizarnik)


Que sí, que confío demasiado rápido. Que me caigo todos los días muchas veces. Que no sé contener mis ganas de matar a alguien. Que se me van las palabras por la cara.

Que sí, que lloro demasiado. Que me dejo la piel en cada cosa que hago. Que sí, que soy de sonrisa fácil. Que me río a carcajada limpia aunque esté sola. Que canto por la calle sin miedo a que me escuchen.

Que sí, que me emborracho fácilmente. Que abrazo si siento que tengo que hacerlo. Que hablo con cualquiera. Que miro a todas partes con descaro.

Que sí, que me molestan muchas cosas. Que soy muy intensa.

Que sí, que vale, que todo eso está muy bien.
Pero es que yo me dedico a vivir.



Y sobrevivo de puta madre.



Pero es que vivo mejor

Allá vamos, Madrid

Enciendes el reproductor. Quitas la opción de "repetir 1". Le das al play.
La lista empieza a sonar. Carmen Boza habla a la altura justa de tus ojos, y vas escuchando todas sus canciones.
Llegas a la entrada, agarras las llaves. Abres. "Esta manía tan suya de papá de cerrar la puerta con llave cuando estamos dentro", te quejas. Me sorprendió que en mitad de la canción huyeras a lomos de un león. Canción A. Puta Carmen, siempre dando de lleno.
Sigue sonando. Canción tras canción. Dices adiós. Cierras la puerta y echas la llave. "No vaya a ser que se escape algún gato", piensas.
Enciendes la luz. Comienza a sonar el contador, ese que al principio odiaba tanto y que ahora me regala una base rítmica para inventarme alguna canción cuando mi vecina de enfrente no me espía por la mirilla de la puerta.
Llamas al ascensor.
Esperas.
Viene y abres la puerta.
Pasas por encima de aquella canción que se te metió entre los pulmones cuando le conociste. Como el humo de su cigarro.
Se te clava cada nota, cada compás. Pero pasas por ella, escuchando cada acorde, saboreando cada palabra. Y ya no hay esa tentación de pulsar ese botón que te devolvería al pasado.
Porque de un tiempo a esta parte siempre pulsas el 10 cuando subes al ascensor, aunque estés ahí arriba, porque tienes más ganas de echar a volar que de bajar con el resto de los mortales.
Pero bajas, porque tienes que bajar. Y sales a la calle y subes una escalera pisando cada escalón con cada nota. Subiendo, siempre subiendo.
El vecino del portal 4 del tercer piso habla con la vecina del 5º, que pasea a su perro en la calle. Y se dan las gracias por noséquécosa.
Todo sigue su curso.
Y tú sigues subiendo. Y se acaba la cuesta. Ya no subes. Pero tampoco bajas.
Portal 2. Miras los jardines. Flores. Siempre primavera. "Me encanta nuestro jardinero".
Y miras hacia abajo. Alguien te ha dejado un barquito de papel para que no te hundas, para que salgas a flote.
Y entonces sonríes.
Y giras y atraviesas ese desierto de parque y bajas la calle y paras y esperas a que el semáforo se ponga en verde con la sensación de que es hora de cruzar.
Y cruzas.
Y juegas a imaginar. Y vuelves a girar y vuelves a cruzar después de haber esperado tanto tiempo un cambio en verde.
Y ves la parada del autobús. Esperas de nuevo, y ya viene. Le ves. Le paras. Subes. De nuevo en verde.
"Allá vamos, Madrid".
La música sigue sonando y aquella canción ya no suena. Ya ha pasado y has sabido seguir adelante.
Como siempre.
Como nunca.
Sola y valiente.
Porque tú sabes hacerlo.
Y el autobús de mi vida y este en el que voy sentada va parando a recoger y dejar gente. Hay quien sube. Vamos al mismo destino. Hay quien se baja antes de que me dé tiempo a fijarme en ella. Hay quien está un rato y luego se va.
El asiento de mi lado sigue vacío. Y yo, hoy, dejo de mirar en el cristal los reflejos de la gente que me rodea. Ya no intento adivinar sus caras. Me atrevo a mirar a través de él cómo se pone el sol sobre los tejados de Madrid.
Ya llegamos a la ultima parada. Es pronto. Voy andando a mi destino. Disfrutando de las canciones y de  la gente. Y del sol que queda antes de que anochezca.
Vamos a ver magia esta noche.
Vamos
a ser magia.

1 de junio de 2014

Hermanas



La quiero porque está a miles de kilómetros de mí
pero se mantiene más cerca que ninguno de los que me rodean.
La quiero porque siempre supo hacerme sonreír.
La quiero porque me da la mano y el mundo gira a mi ritmo.
La quiero porque me roza el alma y la vida
y me arregla el corazón.
La quiero porque desde que ella está en mi vida
yo sé lo que es tener una familia
lo que es tener un hogar.
Y todo a lo que haya llamado hogar
por accidente geográfico sin fallas
no era más que una parada de autobús donde daba un poco el sol.
Mi único hogar es ella. Y por eso la quiero.
La quiero porque me escribe a las 4 de la mañana
(hora española)
diciéndome que me quiere
para que así no se me olvide que nos existimos juntas
y que sin nosotras el mundo no sabría girar.
La quiero por muchas cosas.
La quiero porque me salva de naufragios sin saberlo,
atreviéndose a mirarme dentro,
atreviéndose a quedarse cerca
atreviéndose a esperarme si me quedo sin ganas de andar.
La quiero porque me abraza sin cuestionar mis decisiones.
La quiero porque me apoya en todo lo que hago.
La quiero porque es el motivo porque el que quiero ser enfermera.
La quiero porque ha querido tener el tiempo para aprenderme
y dejar que me aprenda,
aunque aún no haya terminado.
La quiero porque me cuida en los términos en que necesito ser cuidada.
La quiero porque es sincera, directa y valiente.
La quiero porque no se aleja.
La quiero porque se queda.
La quiero.

La quiero.