27 de octubre de 2014

Tenhebrar

Hay alguien subido a la copa del árbol: verde, luz. Derecha, árboles. Izquierda, árboles verde opaco. Delante, árboles, oscuridad, infinitud, negro. Detrás, árboles tormenta, negro oscuro con prisas en los pies, bosque tiempo que se engrandece ante tu espanto. Anda entre las copas de los árboles, como si bosque, como si selva: a un paso, el cielo; al otro, un infierno hecho de vértigos troncos en vertical, infinitos, sin tierra a la que agarrarse, sin raíces donde caer. Anda sin saber dónde colocar sus pasos. Todo eso de un pie delante y después otro ya no tiene sentido: el pasado que nos come hace del suelo un lugar del que no preocuparse. Camina cada vez más rápido, huye de quien te abraza en negro y no ves. Camina cada vez más rápido, corre, se angustia. Hay demasiadas telarañas y mis manos no saben por dónde apartar el futuro, si siempre tuvo miedo a las arañas. Corre, por favor, corre, vete, sal de aquí, sigue corriendo. Mira hacia atrás: tornado que se acerca, oscuro bosque que levanta alimañas y las bocas de mil arañas ojipláticas se ríen a mi paso y no acaban sus dientes de morderme. Miro hacia delante: huyo de su tiempo Oscuro Bosque Negro, camino hacia el frío, ramas zarzas pinchos, brazos que me hieren, telas que me arañan, no encuentro mis manos, no veo mis ojos. Tenhébrenme el alma, por favor, y si estuviese andando en círculos, que no salga, que no acabe, que termine esta angustia a la altura de la casa de los pájaros. Y si estuviese andando en círculos que me quemen las manos y me besen los ojos, que me deshagan los pies de un salto en horizontal hasta tu cama. Por favor, si estuviese andando en círculos, avisen a mis almas de que sigo andando de baldosa en baldosa amarilla, cantando de cien en cien a tres caídas del cielo. Contándole a tus ojos las escaleras al infierno.


Inspirado en "Cien Almas" de Hovik

17 de octubre de 2014

1710

A Miguel.

Se muere el calor
al inicio del verano
y ya no tiene sentido
estacionar en tu risa,
ya no tienen qué sentir las flores
que te mande mañana,
ya no hay sentido que valga mi vida.

Se muere el calor
casi al terminar la primavera
y tu recuerdo me dice
que entonces,
debería ser otoño.
Y me parece absurdo todo esto
si te escribo otra carta más,
otro poema más,
como si todavía fuese ayer,
como si hoy aún fuese hoy.

Se muere el calor
en un día de sol
y llega el invierno cargado de agostos y julios
que ya no vas a ver.
Y comienzan a sudarme los pasados,
justo antes de que vengas a cantarme mi última nana.

Se muere el calor cualquier día
y ya nadie tendrá compasión por mis desiertos.

Y es que se muere el calor
justo antes de encender nuestra velas.

12 de octubre de 2014

1210

Voltear los ojos
para mirarse dentro
con los párpados abiertos
y señalar el punto negro
exacto
de su piel.
Caminar de prisa y sin risa
regalando valores y morales
a precio de costo
y la rentabilidad de mi etiqueta
sobre tu vida.
La ilusión barata
de jugar en la cuerda floja
al dentro y fuera
para venderte
que mirar
es tener los ojos abiertos.

10 de octubre de 2014

J

Los ladrillos que te veo
se separan
a fuerza de grito constante.

Mi rutina de hundir
los colores en tus juntas,
tu gracia de ser impermeable.

Me acerco a la ilusión perceptiva
de tu muro,
alejo la mano de mi cuerpo
y no llegas.

Los ladrillos que te veo
se dibujan en mis grietas
y me grito porque no me oyes.

La costumbre de sacar la voz
siempre hacia el papel,
el dolor de salirme
de tus ojos.

1010

Dónde busco lo dado
si en ti, pared,
ya no hay ladrillos.

A qué flor le grito tu olor
si con la lluvia
viene tu sequía.

En qué minuto
para el tiempo
nuestra risa.

Cuándo anida
la persistencia
en tu silencio.
Qué / le digo / a mi voz.

Dónde miro el recuerdo
si ya no hay arcilla
en mis manos.

Dónde pongo lo hallado
si en cada verso
se me agota la palabra.


La cursiva es de Silvio Rodríguez

5 de octubre de 2014

Círculos

Caminar al filo de la navaja
entre el "otra vez"
y el "todavía no".
volver a huir con todos los recuerdos en cajas
envasados al vacío
(para que no se pudran,
para que no se escapen,
para mantenerlos en el pestilente instante del presente)
Marcharse bajando unas escaleras
que no te llevan al infierno,
cruzar una puerta
que no te lleva a ningún lado.
Salir.
Salir con la certeza de que la costumbre te puede las piernas.
El mismo barrio de siempre:
las mismas calles, los mismos bancos,
los mismos niños, los mismos viejos,
lo mismo de siempre.
Huir, de nuevo, del mismo pasado se siempre
con la total seguridad de que volverás
a caer en la trampa de su redonda pecera
y tu memoria.
Mudar / de bragas, mudar / de piel,
mudar / de casa
pero nunca deshacer las cajas
siempre esperando la próxima huida.

Huir para llegar
al mismo lugar
de siempre.

4 de octubre de 2014

Otoño

El otoño se atraganta
en mi voz
y no, ya no.
Dejaré
caer
mis
hojas.
Que vuelen, libres
como los pájaros que emigran
y que el frío no las alcance.

Convertiré mi cuerpo en el tronco
que sostenga las ramas del invierno
Y habitarán en mi pecho todas las ardillas
Y olerán mis ojos
a castañas asadas
Y mi boca escupirá escarcha
cuando llueva.
Pero no,
no habrá hojas,
estarán volando libres,
en algún lugar cálido.

Y cuando el frío pase
y mis raíces lleguen hasta el centro de la tierra
saldrán por mi pelo las orquídeas de tus manos.