29 de julio de 2014

Huracanes.

Para ti.

Cuando se mira dentro
sólo ve escombros.
Escombros de todo un mundo
que piensa que él mismo ha destruido.
Cuando se mira dentro
todo es gris
                    y polvo
                                  y contaminación
y humo.
Mucho                                     humo.

Se mira
se mira con la niebla del submarino de todos esos porros
que se fumó hace años
y con los ojos cerrados
porque tiene miedo de su oscuridad
porque tiene miedo de ver lo que ya intuye:
dolor
vacío

nada.
Esa nada que le pasa por dentro
y no le deja respirar.

Se ahoga.
Se ahoga con su propio viento
y lo sabe
pero no puede dejar de soplarse.
Y huracanes de arena se le meten en los ojos
y no ve,
no le llegan los ojos a verse
las lentillas le escuecen
y las gafas le han roto las pupilas.

Sangra.
Le sangran            las pupilas.
Sangra huracanes de tristeza
que lleva mamando
desde su infancia.
Y sin embargo
siempre
lleva puesta una sonrisa.
Y creo que no lo entiende,
pero es que viene a mí, corriendo, como un niño y me dice "¡casa!".
No lo entiende
pero es que se acerca y yo por fin vuelvo a casa
No lo entiende pero es que huele a paz.
Y de verdad, creo que no lo entiende
pero es que tiene una muñeca rota
- como en mi dibujo -
pero aún sigue haciendo volar al resto
con sus alas.
Sigue salvando al resto antes de salvarse él
Y por eso tiene el cielo metido en el marrón de sus ojos
y por eso su risa es la cometa que vuela mis sueños
y por eso él           y por eso yo               y por eso    nosotros.

Y por eso, si tan sólo vieras en ti un cuarto de lo que yo veo cuando me dejas mirarte,
entenderías todo.
Entenderías el mundo, entenderías qué es la vida,
entenderías por qué el tiempo nos dejó tantas heridas.

Así que usa la misma fuerza que utilizas en destruirte
en descubrirte las heridas...
Atrévete
atrévete a sacar a ese niño que llevas dentro
ese que sólo pregunta ¿por qué?
¿por qué?
¿por qué?
pero sobre todo, atrévete a responderte como el niño que eres:
sin miedos, sin temor
sin vergüenza
de sentir todo lo que sientes
de sentir toda esa negrura
de sentir toda esa oscuridad
que te raja por dentro.
Atrévete a mirarte de frente,
a ser el soldado valiente que ya eres
(aunque se te haya olvidado),
atrévete a mancharte las manos cavando pozos de estiércol donde plantar flores
porque ya lo dijo Paco: sin estiércol, no hay flores.
Así que utiliza toda esa mierda que tienes dentro
y haz una guerra
y mánchales a todos
y planta el puto jardín del edén en tus pulmones
y que se te salgan los pétalos por los ojos.
O lávate los dientes, o salta, o monta en bici, o haz el pino, o camina por el borde de tu precipicio
o escribe
utiliza la poesía como tu aliada, no como tu arma
o haz lo que te dé la gana.
Pero haz. Haz algo que te manche y te remueva lo suficiente como para aprender a mirarte.
Pero haz.
Porque las letras del verbo hacer están dentro de la palabra huracanes,
aunque el viento las haya descolocado.

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