22 de septiembre de 2014

2209

Pasamos por las calles
pisándonos los adoquines y las grietas,
drogándonos la prisa en la planta de los pies.
Pasamos por portales
viendo cómo el mundo vaga debajo de un cartón y una manta.
Pasamos por las esquinas
mirándole las piernas a las madres de algún niño.
Paseamos por la tierra
diciendo que no nos vale la pena
toda esa miseria.
Y sin embargo, en el filo de la pobreza
se coloca la delgada raya de la prostitución
Y sin embargo y sin vergüenza
decimos que no nos merece la pena,
que mis lágrimas valen más que su hambre,
que mi dinero vale su humillación,
que no nos merecen la pena.

Pero si eso no nos merece la pena,
¿qué nos merece la vida?

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