31 de julio de 2014

Espera(l)anzas

Esperé que algún idiota
me salvase de él.
Esperé a ese gilipollas que viniese con caballo
y no fuese para drogarme.
Esperé que algún capullo
deshojase sus pétalos
por mí.
Esperé que sus ojos mirasen más allá
de mi cuerpo.
Esperé ser la musa de algún músico.
Esperé salvar todos los escombros que me encontraba.

Esperé.

Esperé que algún borracho no se fuese con mi resaca.
Me pasé esperando toda mi vida un poema al son de mi risa
- sólo porque él decía
que era incluso más bonita que mis orgasmos -
Esperé una puta oda a mi pelo
(que nunca me había gustado).
Esperé que mi madre viniese a leerme un cuento
sin monstruos
que ella misma creaba.
Esperé que mi puta familia me quisiera
pero no
          esperaba quererme yo.
Esperé a que la dieta hiciese efecto,
a que se me quitasen los granos,
a que se me alisase un poco el pelo...

Esperé.

Esperé desesperadamente que alguien dejase de esperar
algo de mí.
Esperaba que mis sueños se cumplieran
- pero me soplaron las velas -
Esperé a que el gusano se convirtiese en mariposa,
a que creciese la planta en mi yogurt
- pero se murieron la noche antes de llevarlas al cole -
Esperé a aprender a hablar
y me callaron
y me callé.
Esperé a aprender a escribir
y me quedé sin papel
                            ni boli
                                   ni lápiz.
Esperé aprender a cantar
pero tuve que dejar el coro
(la voz ya no se oía)

Esperé.

Esperé, joder, esperé
Esperé toda mi vida.

Esperé que llegase alguien a escribirme el cielo entre las piernas.
Esperé.

Esperé que mi mejor amigo sobreviviese al cáncer
pero no
lo hizo.

Nada de lo que esperé se hizo

Y yo no hice más que esperalanzarme puñales
- esos que ya cuento en otro poema -

Esperé al resto
pero nunca a mí.

Y después de llorar tras el orgasmo
dejé de esperar.
Porque una vez me dijeron
que soy amor      y vida
y el amor y la vida no esperan              se encuentran
porque el amor y la vida no esperan                   se hacen
del verbo hacer
de la palabra huracanes

de ti.

29 de julio de 2014

Huracanes.

Para ti.

Cuando se mira dentro
sólo ve escombros.
Escombros de todo un mundo
que piensa que él mismo ha destruido.
Cuando se mira dentro
todo es gris
                    y polvo
                                  y contaminación
y humo.
Mucho                                     humo.

Se mira
se mira con la niebla del submarino de todos esos porros
que se fumó hace años
y con los ojos cerrados
porque tiene miedo de su oscuridad
porque tiene miedo de ver lo que ya intuye:
dolor
vacío

nada.
Esa nada que le pasa por dentro
y no le deja respirar.

Se ahoga.
Se ahoga con su propio viento
y lo sabe
pero no puede dejar de soplarse.
Y huracanes de arena se le meten en los ojos
y no ve,
no le llegan los ojos a verse
las lentillas le escuecen
y las gafas le han roto las pupilas.

Sangra.
Le sangran            las pupilas.
Sangra huracanes de tristeza
que lleva mamando
desde su infancia.
Y sin embargo
siempre
lleva puesta una sonrisa.
Y creo que no lo entiende,
pero es que viene a mí, corriendo, como un niño y me dice "¡casa!".
No lo entiende
pero es que se acerca y yo por fin vuelvo a casa
No lo entiende pero es que huele a paz.
Y de verdad, creo que no lo entiende
pero es que tiene una muñeca rota
- como en mi dibujo -
pero aún sigue haciendo volar al resto
con sus alas.
Sigue salvando al resto antes de salvarse él
Y por eso tiene el cielo metido en el marrón de sus ojos
y por eso su risa es la cometa que vuela mis sueños
y por eso él           y por eso yo               y por eso    nosotros.

Y por eso, si tan sólo vieras en ti un cuarto de lo que yo veo cuando me dejas mirarte,
entenderías todo.
Entenderías el mundo, entenderías qué es la vida,
entenderías por qué el tiempo nos dejó tantas heridas.

Así que usa la misma fuerza que utilizas en destruirte
en descubrirte las heridas...
Atrévete
atrévete a sacar a ese niño que llevas dentro
ese que sólo pregunta ¿por qué?
¿por qué?
¿por qué?
pero sobre todo, atrévete a responderte como el niño que eres:
sin miedos, sin temor
sin vergüenza
de sentir todo lo que sientes
de sentir toda esa negrura
de sentir toda esa oscuridad
que te raja por dentro.
Atrévete a mirarte de frente,
a ser el soldado valiente que ya eres
(aunque se te haya olvidado),
atrévete a mancharte las manos cavando pozos de estiércol donde plantar flores
porque ya lo dijo Paco: sin estiércol, no hay flores.
Así que utiliza toda esa mierda que tienes dentro
y haz una guerra
y mánchales a todos
y planta el puto jardín del edén en tus pulmones
y que se te salgan los pétalos por los ojos.
O lávate los dientes, o salta, o monta en bici, o haz el pino, o camina por el borde de tu precipicio
o escribe
utiliza la poesía como tu aliada, no como tu arma
o haz lo que te dé la gana.
Pero haz. Haz algo que te manche y te remueva lo suficiente como para aprender a mirarte.
Pero haz.
Porque las letras del verbo hacer están dentro de la palabra huracanes,
aunque el viento las haya descolocado.

16 de julio de 2014

Poesía vs. poema

"La poesía es una vía de escape,
no la cura"

La poesía es el reflejo.
Ese reflejo que te devuelve lo que no quieres,
lo que no te atreves
a mirar de nuevo,
de frente.
El poema es el espejo
que hace posible el reflejo.
(Los dos
necesarios
para mirarte
y no sólo verte)

La poesía no es el poema:
"el todo es más que la suma de sus partes"

El poema es esa vía de escape
pero la poesía...
La poesía es otra cosa.

La poesía es la manera que tenemos de acercarnos
a cazar lo que nos arde.
La poesía es la única forma de mirarnos desde lejos
desde fuera pero sin salir
de vernos a distancia,
de re conocernos.
La poesía es como esa frase que tanto decía el abuelo Paco:
"la sabiduría que te dan los (d)años"

La poesía es ese puto trailer americano
que por una vez,
por una jodida y bendita vez
no te cuenta la película.
La poesía es la guerra,
la que siempre llega y nunca acaba.
Y el poema es ese tanque
que hace posible la Tercera Guerra Mundial
que ya está librándose en nuestros corazones.

Pero la poesía no es el poema.

La poesía es le horizonte, la meta, la utopía
lo que siempre perseguimos
y nunca tocamos.

La poesía soy yo
(yo y cada uno de nosotros
de vosotros)
Y lo que escribo...
Lo que escribo es sólo un poema.

Y al igual que tú no te puedes definir en un poema
y al igual que tú no eres sólo un poeta,

la poesía
no
es
sólo
el poema.

13 de julio de 2014

Autoestima en números rojos

Tengo el autoestima en números rojos
pero no un rojo de esos carmín
que dejan besos en vuestras camisas blancas.
Tengo el autoestima en número rojos
un rojo de esos que dejan marca
en mis espejos rotos.

Que me ves aquí, valiente,
subida a este escenario,
leyéndote mis poemas,
pero en realidad tengo vértigo.
Vértigo a las alturas.
Vértigo a hablar en público.
Vértigo a desnudarme el alma
y que no nos guste lo que encontremos.

Que esa que te canta en la cama
no le ha cantado nunca a nadie
ni siquiera a ella misma.

Que soy poema que suena a valor
pero no soy valiente,
ni siquiera dulce chocolate amargo.
Soy solamente un montón de sangre
cansada de latir.
Y nunca pensé que diría esto...
pero
estoy
cansada
de latir.
Cansada de latirle al resto
sin haberme latido
primero a mí.
Porque esa gata  salvaje que ves acercarse a tu boca,
sexy
decidida,
no sabe todavía cómo mirarse al espejo
(ni desnuda ni sin ropa).

Así que renuncio a todo esto:
al rojo pasión,
a los números que no cuentan cuentos,
al sexo sin amor,
al amor sin sexo.

Al amor

sin

mí.

9 de julio de 2014

Reflexión-promesa


No estoy harta de sentir
ni de amar
ni de cometer errores
ni de hacer el gilipollas por algún que otro tío.
No estoy harta de ser humana
ni de vivir.
Pero sí estoy harta de cometer
siempre el mismo error:
que es que no me cuido.

Hace no mucho descubrí que era la chica faro, la que siempre estaba alumbrando a todos pero donde luego nunca nadie se quedaba. Pensé que debía estar ahí arriba para cuidar a la gente, porque eso es lo que he querido hacer toda mi vida: cuidar de las personas que me rodean. Pensé que debía estar ahí porque si no, la luz se apagaba. Pensé que cuidando al resto me cuidaba a mí misma.

Pero no.

Cuidando al resto no me cuido yo. Cuidando a los demás, les cuido a ellos y nada más.
Y me gusta hacerlo. Me gusta cuidarles.
Pero yo también tengo derecho a ser cuidada. Y lo voy descubriendo poco a poco, gracias a la gente que tengo a mi lado.
Y a la que no.

Hoy he decidido que estoy harta de mirar al mar y sólo desearlo.
Yo
que siempre he sido agua y estoy más cómoda cuando estoy cerca de ella,
en ella, deshecha en sus adentros.
Yo
que he mirado durante tanto tiempo al mar, desde arriba,
con temor a que si me iba de ahí, la luz del faro se apagase.
Yo
que he me he hecho responsable voluntaria de que esa luz que guía hasta casa siguiese latiendo.
Yo
hoy
he decidido que me bajo del faro y me voy a nadar.
Que tengo derecho a disfrutar de lo que me hace sonreír.
Que la luz está en mi mirada y no en la bombilla que hay donde vivo.
Yo
hoy
he decidido salir a cuidarme.

Y no, no nos confundamos. Este texto no va para nadie. Sólo va para mí. Es una especie de reflexión-promesa
(de las de verdad, no de las que hacemos cuando estamos enamorados,
de las que hacemos cuando somos amigos)
una reflexión-promesa que me hago a mí misma:
vas a cuidarte, Sara. Y vas a hacerlo porque te lo mereces
                                                                                         de
                                                                                             una
                                                                                                   puta vez.
Y resulta que el otro día miré por la ventana y vi que hay alguien esperándome abajo,
dispuesto a chapotear conmigo.

Me voy con él.
Si me buscáis estoy con mi salvavidas.