27 de octubre de 2014

Tenhebrar

Hay alguien subido a la copa del árbol: verde, luz. Derecha, árboles. Izquierda, árboles verde opaco. Delante, árboles, oscuridad, infinitud, negro. Detrás, árboles tormenta, negro oscuro con prisas en los pies, bosque tiempo que se engrandece ante tu espanto. Anda entre las copas de los árboles, como si bosque, como si selva: a un paso, el cielo; al otro, un infierno hecho de vértigos troncos en vertical, infinitos, sin tierra a la que agarrarse, sin raíces donde caer. Anda sin saber dónde colocar sus pasos. Todo eso de un pie delante y después otro ya no tiene sentido: el pasado que nos come hace del suelo un lugar del que no preocuparse. Camina cada vez más rápido, huye de quien te abraza en negro y no ves. Camina cada vez más rápido, corre, se angustia. Hay demasiadas telarañas y mis manos no saben por dónde apartar el futuro, si siempre tuvo miedo a las arañas. Corre, por favor, corre, vete, sal de aquí, sigue corriendo. Mira hacia atrás: tornado que se acerca, oscuro bosque que levanta alimañas y las bocas de mil arañas ojipláticas se ríen a mi paso y no acaban sus dientes de morderme. Miro hacia delante: huyo de su tiempo Oscuro Bosque Negro, camino hacia el frío, ramas zarzas pinchos, brazos que me hieren, telas que me arañan, no encuentro mis manos, no veo mis ojos. Tenhébrenme el alma, por favor, y si estuviese andando en círculos, que no salga, que no acabe, que termine esta angustia a la altura de la casa de los pájaros. Y si estuviese andando en círculos que me quemen las manos y me besen los ojos, que me deshagan los pies de un salto en horizontal hasta tu cama. Por favor, si estuviese andando en círculos, avisen a mis almas de que sigo andando de baldosa en baldosa amarilla, cantando de cien en cien a tres caídas del cielo. Contándole a tus ojos las escaleras al infierno.


Inspirado en "Cien Almas" de Hovik

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