23 de diciembre de 2013

Otra vez ella: Tania.

Nunca pares de sonreír o me bajo
de este mundo.
Si tú te bajas yo dejo de sonreír.
Entonces. Pacto hecho.
Te quiero, porque somos
aunque no estemos.
Y eso ahora no se lleva.
Pero nosotras lo guardamos
en los bolsillos internos de la solapa del traje de noche del corazón.
Y lo llevamos. Y somos. Aunque lo guardemos y no estemos.
Y podrán pasar los años, la vida como un tren sin vías, descarrilado, que yo te sonreiré aunque llore.
Y yo seguiré en el mundo aunque tenga ganas de bajar, porque tu sonrisa ilumina el mundo, y las dos vivimos en el mundo. Y alguien tiene que dar luz para que mis sombras sigan vivas.
"Golpe de estados de ánimo. Todos al suelo"
Mal(-)decíamos lo que sentíamos. Pero nos queríamos bien.
Bájame las penas.
¿En escaleras o ascensor? Ponles paracaídas que voy.
En escaleras. Al vacío. Como el mundo.
Mejor sin parar la caída.
Al vacío como el queso

15 de diciembre de 2013

Labios.

Un lugar donde no importen las virtudes, pero tampoco los defectos. Donde al abrazar a esa persona puedas sentirte en tu hogar.
Quizá lo tengamos idealizado, y ese lugar no sea un amor. Pero yo siento que es un amor lo que necesito. Esa pieza que me falta. Un él concreto al que dedicarle mis poemas. Un él concreto que me dedique sus mañanas, sus sonrisas, su todo.
Y no lo encuentro. Y al que encuentro no me gusta. O no le gusto. O no nos gustamos. O no funciona, o cualquier otra excusa barata de mercadillo. Y mientras ese él no llega busco enamorarme o ahogar mis penas en otros labios, en otras manos, y otros brazos, pensando que pueda llegar a venir de pronto ese él.
Un él que creo el salvador de todas mis penas. Quizá no lo sea, pero necesito creerlo.
Todos los labios en los que escondo mis pedazos son pozos sin fondo, calles sin salida con luces de neón que avisan y yo ya conozco porque estuve miles de veces ahí, en esa calle, en ese pozo. Pero da igual, vuelvo a entrar de nuevo, cansada de esperar en la calle, quieta, en medio de la tempestad, aguantando el frío invierno. Parece que esa es la única manera que tengo de entrar en calor. De sentirme acompañada un rato. Para luego sentirme solísima, al ver que todo era una mentira que ya conocía.
Y a veces digo "capaz me cruce por la calle con el amor de mi vida", o "lo voy a encontrar en otro lugar" y doy vueltas y miro, y todos están en otra. Y siento que espero algo que no llega.
Y voy por la calle buscando unos ojos que respondan a mi llamada. Y si se cruzan, en contacto visual, de pura casualidad, creamos castillos en el aire con tal de sentir eso en el estómago, todas las mentiras que nos conducen a esa calle iluminada en la sombra que tan bien conocemos.
Así pasan los días: entre los labios que anhelo y los que consumo.

Gata el día 15.

Hoy estoy muy gata. Y me deslizo entre tus piernas, provocativa, acariciándote los tobillos con mi piel blanca y suave, lentamente, arqueando el lomo de escalofríos cuando nuestro último contacto se pierde entre tu mano y mi cola, momento que alargamos para no saltar al tejado y ver las estrellas, sola, moviendo la cola al compás del tiempo y el invierno, esperando a que vengas a besarme las entrañas.
Hoy estoy muy gata. y subo al tejado sólo si subes ya conmigo, porque "ya se ha ido el sol y hoy hace mucho frio".
Hoy estoy muy gata. y si no subes salto sobre tu regazo y me acurruco sobre tu ombligo, protegiéndonos de invasiones polares.

2 de diciembre de 2013

Abrazos

Hoy me han abrazado muchas personas. Muchas personas me han abierto sus brazos y su corazón durante los últimos 4 días. Hay abrazos que transmiten rabia. Otros que son paciencia. Otros cariño. Hay abrazos que son alegría. Los hay que son pésames. Complicidad, dulzura, o calor. También hay abrazos que transmiten miedo, frialdad o shock. Hay abrazos de muchísimos tipos. Y luego están los suyos. Los suyos que son paz. Son abrazos que me acunan y me alivian el corazón. Llenos de magia, amor y tranquilidad. Abrazos que me permiten un espacio de alivio entre tanta tormenta. Y sólo los suyos me hacen sentir eso. Sólo los suyos me calman de tal forma.
Gracias.

1 de diciembre de 2013

La muerte lleva tu cara
y frío.
Diciembre empieza sin ti
y en minúsculas.

"La vida sigue mientras alguien recuerda.
Hoy brilla una estrella más en el cielo.
Y yo, te veo por mi ventana"

Tania

Así me salva Tania:

"Ella, no sabe cuánto mundo me enseña con tan sólo sonreír.
Hoy, quiero que sepa todo lo que no puedo explicar: Te quiero a boca cerrada y corazón abierto, para así no dejar que entren moscas y tú, no dejes de llenarme el fondo del vaso.
Eres la más fuerte de Madrid, la que sabe cada cicatriz de mi cuerpo, la que un abrazo sabe transmitir un mundo entero y cura.
La vida no es fácil ni lo será nunca, pero con personas como tú, yo soy feliz. Eres las fuerzas, las ganas, la felicidad, la belleza, la sencillez que muchas de ellas desearían, pero sólo tú.
Me sobra decirte mucho más. Sálvate del mundo, pero no de mí. Mira arriba, sonríe aunque estés en un mar inmenso.
Es mucho más triste este, ese, aquel, ese otro, que se creen vivos y no saben que los zombies están en sus espejos.
Te quiero, Sara."

29 de noviembre de 2013

La vida es una gran puta
que te mira de pie
y en bragas
esperando a que le pagues
los servicios.
Y mientras cuentas los billetes
desde la cama, desnudo
ella te mira con sorna, impaciencia y alevosía
y tú la miras
y te das cuenta que no puedes dejar de quererla
por muchas veces que te muerda.
Dos ventiscas juntas
a veces, raras veces, 
pueden ser la salvación
de lo previsto.
Como en el cole cuando
menos por menos
era igual a más
(pero sólo si estabas muy atento
o si algún paréntesis anterior,
capullo, 
no volvía a convertírtelo en menos).
Y sólo entonces,
con la puta vida en tu habitación
y las ventanas abiertas de par en par
entra un viento helado que me envuelve
"como si del abrazo más invisible del mundo se tratase"
que me permite volver a creer en la magia.


26 de noviembre de 2013

El invierno me pone
y gata.

19 de noviembre de 2013

Marta.

Parece que es el momento adecuado par decir todo lo que nunca he dicho. Supongo que es el momento adecuado para escribir algunas cosas.
Hemos vivido momentos inolvidables, otros que preferiríamos olvidar. Nos han intentado separar una y mil veces. Hemos reído. Hemos llorado. Hemos llorado hasta reír y hemos reído hasta llorar. Hemos discutido. Nos hemos abrazado. Hemos saltado, cantado, estudiado, dormido, comido y todos los participios que se te ocurran. Hemos hasta vomitado juntas. La cuestión aquí es que todo eso lo hemos hecho juntas.
Por nuestras vidas han pasado muchas personas que no merecen ser nombradas ahora (porque éste es mi regalo, y es mi momento)
Todas esas personas han dejado una huella en nuestro camino. Camino que ha ido y venido, vuelto y re-vuelto. Pero en todo momento hemos estado juntas. Soportando pérdida y celebrando bienvenidas.
Por todo ello y por más: gracias.
Gracias por estar conmigo en los buenos momentos. Pero gracias también por estar en los malos. Gracias por entenderme cada día. Gracias por aguantarme con mis rabietas. Gracias por soportar mi cabezonería. En fin, gracias por todo lo que ya sabes. Y gracias por todo lo que vendrá.
Y en este tiempo que nos espera, abracémonos fuerte para no separarnos jamás. Y en este tiempo que estamos viviendo, sopla tu velita una vez más, pero sóplala a mi lado. Porque tú y yo no somos amigas. Tú y yo somos "tú y yo" y eso no nos lo va a quitar nadie.
Hicimos un pacto de amistad hace mucho tiempo en lo más hondo de nuestros corazones. Desde entonces seguimos caminando juntas, luchando por mantener esa promesa.
Y ahora soy yo la que te pide esta promesa: no cambies JAMAS, chiquitita.
Nuestras vidas cambiarán. Nuestros caminos se separarán una y mil veces (e incluso, cambiaremos de caminos), pero sólo espero que todos tus senderos estén llenos de amapolas y todos los míos de petunias.
Espero que sigamos sumando pétalos juntas. Y cuando no podamos más, nos acurrucaremos en tu jardín (o en el mío) y contaremos estrellas y cantaremos a la vida, y le diremos algunas frases como "azul cartel de calle" "si no reciclas, no basures" o cualquier otra que se te ocurra.
Sé siempre mi snoopy. Yo seré siempre la tuya.

7 de noviembre de 2013

Heridas de bala.

Pero a ti no te dio miedo acercarte a ver la herida. A la mayoría de personas les da miedo acercarse a los heridos de guerramor. Y te acercaste. Te acercaste a mirar, más movida por la curiosidad que  por la compasión.
Aún recuerdo tu reacción cuando conseguiste verla: "pues tampoco es para tanto -dijiste- yo también tengo una de esas. Pero ya que estoy aquí, me quedo un rato." Y te quedaste. ¡Te quedaste! Como si fuese lo más normal quedarse con un desconocido. "Lo conocido algún día fue desconocido -decías-. No tengo nada que perder, cuando me canse me voy, y listo". Lo decías tan tranquila, tan sencillamente normal, tan jodidamente segura, que daba hasta miedo. "Otra herida más no, por favor -pensaba yo-."
Te quedaste, miraste, hablamos, callamos, reímos, sonreímos, nos miraron, nos miramos. Nos levantamos, nos sentamos, nos volvimos a levantar y nos volvimos a sentar. Fumamos, cantamos y comimos shushi. Y nunca nos besamos (al menos en los labios).
Y de esto ya hace no sé cuánto tiempo. Pero aquí sigues: a mi lado. Y ahora que estás ahí abajo, bañándote, te miro escondida entre el humo de mi cigarro, a media luz, reflejada por el atardecer, con la música de fondo.
Estás escalofriantemente guapa hoy. Así, toda mojada (porque así te quiero yo, mojada y toda).
Tu pelo, tu cuerpo, tu boca. Tus ojos. Tu sonrisa. Que abogan por candidaturas en mi cuerpo sin siquiera pronunciarse. Y aquí estoy yo, tumbado en la hamaca, fumando (como siempre) y mirándote (como nunca, como si fuese la primera vez que te veo).
Te das la vuelta y me saludas, me sonríes, me incitas a que vaya a bañarme contigo. Tú, mi pequeña libélula, trozo de agua. Y yo, un triste gato callejero, con más miedo a tus embrujos que al agua (y eso es mucho decir para un gato), te grito que no, que cae la tarde, que te espero aquí, al otro lado de la orilla, fumando y escuchando Pereza total la que me da ir a arriesgarme (siempre fui un vago, pequeña, lo sabes).
Te quedas quieta, en mitad del lago, congelada de frío (y lo sé por tus pezones, que se notan desde este lado), y echas a andar. Andas hacia acá, toda decidida, cabreada incluso. El lago me deja entrever, cada vez más, tus piernas delgadas y jodidamente kilométricas (mi mamá siempre me regañó por decir palabrotas, pero es que, ¡hostia!, son preciosas). 
Sales del agua y tus pies dan saltitos, intentando evitar las piedras punzantes del camino (¡eres tan dulce a veces!). Y llegas. Llegas sin que me lo espere, porque estaba más pendiente de los adjetivos que de la distancia a la que te encontrabas. Total, que llegas, así de sopetón, te sientas, y me abrazas.
Tu piel mojada empapa mi alma, los pezones se te ponen más duros, mientras tu pelo, blando y mojado escurre por tu espalda gotas tan atrevidas que, de la envidia que les tengo, me veo obligado a pararlas antes de que besen tu culo.
Y no te beso. Y no me besas. Y no nos besamos. Nos quedamos así, abrazados, haciéndonos amor.
Y es que a veces creo que ya hemos hecho todo, y en realidad no nos queda nada por hacer...
Aunque aun tengo pendientes muchas cosas, como un beso en tu boca, y hacerte el amor contra la lavadora.
También en el coche, en el cine, en el baño de un bar y, por qué no, en la cama (no vayamos a pecar de conservadores)
Así que aquí estás: en mis brazos y en mi hamaca, abrazando mis descansos y mi vida, completamente equivocada, pensando que algún día te querré de otra forma, porque ya lo hago (de esa y de todas).

Esto, en realidad, no pasó como lo cuento, y seguramente nunca hayas pensado eso, y mucho menos de esa forma. Ésto sólo son palabras desbocadas de una tonta enamorada, imaginando alguna escena donde el final no sea el que es
al menos de momento.

5 de noviembre de 2013

Pre-ocupaciones.

A mí me preocupa que vaya a venir el invierno.
Me preocupan las noches en vela, las rabias contenidas,
las noches sin sexamor.
Me preocupa no encajar en otros brazos,
o en demasiados.
Pero sobre todo,
me preocupa que se apaguen las estrellas.

Cerveza, sexo, resaca y poesía
Llegar allí y ser quien no soy.
Follarte todo lo que sí soy.
Y dejarte solo un resquicio de mí
que oscila entre lo que te quito y lo que me das
para levantarme un mañana sin saber dónde estoy
sin saber si soy
yo
u otra
la que hoy despierta en tu cama.
E irme,
gata y libélula
niña de agua
hecha de lluvia
Y dejarte el resquicio de mí
que oscila entre lo que me quitas y lo que te doy.

4 de noviembre de 2013

Gacela.

Es cierto, soy una cobarde.
No sé enfrentarme a los problemas. Miro al miedo de reojo y desde la esquina. Huyo de la muerte. Corro. Corro delante de ella. Rápido, muy rápido, cada vez más rápido. Evitando mirar atrás. Evitando mirar todo lo que la muerte arrastra consigo.
Corro, es cierto.
Deliberada y conscientemente.
Soy una cobarde, sí, lo admito.
Pero eso no significa que me importe menos.
Y a la mierda con Darwin y su ley del más fuerte.
Yo soy cobarde y gacela. Presa a punto de caramelo. No soy la más fuerte (ni la más cobarde) (ni la más nada) (aunque, seguramente, sí la más tonta) (o tampoco) y sobrevivo.
Sobrevivo así, a base de rehuirle la mirada al miedo, y huir la muerte.
Así, cobardemente.
Y lo seguiré haciendo
hasta que me alcance.


29 de octubre de 2013

Amores a destiempo.

Entre el tiempo y el desamor
ya no valen las distancias,
y juegan al pilla pilla como dos amantes a escondidas,
(divorciados en la prensa)
entrando a huracanes por las ventanas de mi cuarto
para instalarse en las paredes, en la ropa,
en la almohada...
Entre el tiempo y el desamor
ya no existen las lujurias,
y se quedan quietos, besándose con prisa en las mejillas
amándose con versos en la boca.
Entre el tiempo y el desamor
sólo aguardo yo,
esperando,
como boba,
a los siguientes ojos insensatos.

17 de octubre de 2013

Principios y finales.

Los principios y los finales de todas las historias siempre son los más difíciles. Cuando escribes lo del medio todo es mucho más fácil, aparece más fluido, como si la trayectoria que toman los versos fuesen lógicos e irrevocables (hay quien piensa que es así)
Imagínate, yo, que aún escribo de vez en cuando sin vergüenza, pienso en la historia y pienso en la trama, pienso en el cómo, en el cuándo, en el dónde, en lo que pasa y deja de pasar. Pienso en todo, pero el principio.. ¡ay amigo! comenzar una historia es diferente. Primero tienes que dejar de pensar (y de inundarte) en la que escribiste antes, hace un día o un par de días, o hace ya tiempo. Da igual cuánto pase, si no consigues salir de aquella historia pasada, escribir el principio de algo nuevo es tremendamente complicado. Siempre andarás que si en aquella los versos eran más largos (o más cortos), que si este verso no me convence porque no rima, o bien es que no encuentro la palabra final de la línea. Incluso a veces, nos da miedo por dónde cortar un verso, ¿en qué momento una frase larga pasa a ser dos o tres versos de un poema?. La cuestión es que siempre nos parecerá incompleto, aburrido, e incluso absurdo. Y sólo cuando somos capaces de comprender esto, que no puedes escribir de nuevo si no pasas la hoja del cuaderno, entonces y sólo entonces, dejamos de agobiarnos. Es entonces cuando ya no nos damos prisa en entender, en leer y releer lo escrito. Ahora todo es más calmado, con la tranquilidad que te da el saber que todo lleva su tiempo.
Y después, al final... ¿el final? ¿Qué pasa con el final? El final siempre duele, porque deja en el aire muchas cosas que no sabes cómo podrían seguir ocurriendo. Aunque a veces no duelen, a veces son inevitables, como el desarrollo y el principio. Hay veces, hay historias o poemas que son inevitables, y entonces pasan: comienzan, ocurren, y terminan.
Como tus principios y mis finales,
que acabarán ocurriendo.
Antes
o después.

15 de octubre de 2013

Ruido

Y ya no voy a hacerle una guerra en la cama a ese chico
voy a haceros a vosotros una guerra en la calle.
Me habeis jodido hasta los juegos de la infancia. Las reglas del escondite estan cambiando. Y ahora no busca uno y se esconden muchos, ahora buscan muchos y se esconde uno.
Asi que si quieres jugar, juguemos. 
Escondeos que os encontraremos.
Porque si tu bolsillo se engrandece a nuestra costa, nosotros gritamos.
Si te atreves a esconder un tesoro, te recuerdo que el mapa lo pintamos nosotros porque la calle es nuestra.
Si nos recortas las alas, correremos.
Si nos recortas las piernas, iremos haciendo el pino.
Si nos recortas los brazos, nos arrastraremos.
Y si cuando no tengamos ya alas, ni piernas, ni brazos, nos callas, haremos ruido con la mente.
El mas temible de todos los ruidos.
Huele a lluvia.
Huele a lluvia como afirmación. Huele a lluvia como obligación. Obligación del susodicho otoño que nos envuelve en su antesala al frío. Afirmación del susodicho otoño que me hace sonreír porque llena el suelo que piso de hojas que hacen "cruanchi cruanchi", de hojas muertas que le dan vida a lo más bonito del frío: el calor.
¿Curioso, no? 
Huele a lluvia.

Sr. Futuro.

El futuro me aburre sobre manera.
El futuro en todas su formas posibles,
como algo lejano, como algo cercano,
como señor, como niño,
como carta,
como pensión e hipoteca,
como carrera, como dinero, como trabajo,
como "mañana",
como tiempo verbal.
Me aburren los "querría", los "si pudiese".
Me aburre su color gris incierto,
su siempre "traje y corbata",
sus amaneceres precipitados,
sus atardeceres atropellados.
Me aburre que se alíe con el tiempo
(y sus secuaces: los relojes)
en una conspiración fascista,
en una dictadura donde "el que no corre, vuela".

Me aburre tan sobremanera todo lo que tiene que ver con el futuro que hoy he decidido ir andando al ritmo que marquen mis ganas, mi corazón y mi música: con tiempo y sin destino fijo, sin un futuro planeado.

10 de octubre de 2013

Que no me pretendas.
Que me tiendas
en el suelo
o sobre ti.
O preténdeme
y déjame que te pretenda.
Tendámonos, el uno al otro, con pinzas y a retales, para construirnos uno al otro.


7 de octubre de 2013

Pliegues Artificiales.

Sólo había una cosa, una, sólo una que me hacía quedarme en Madrid: sus recovecos. Sus arrugas en la piel, los sitios que nadie ve a primera vista, que sólo una buena madrileña sabía reconocer. Pliegues llenos de arte, de música, de poesía, de pintura, de niños... de vida. Pliegues llenos de vida.

Sólo había una cosa, una, sólo una que me hacía querer irme de Madrid: su artificialidad incipiente. Sus calles pensadas con premeditación y alevosía. Sus prisas, sus mentiras, sus calumnias. Todas las prótesis que año tras año se le ha ido anexando a la ciudad: los grandes centros comerciales, el bullicio consumista de la gente, las miradas de desprecio bajo los cartones...

Sólo había un sitio de Madrid que se salvaba, que me salvaba: la música callejera. Sentarme en mi sitio favorito de Madrid, en el paseo del Palacio Real, mirar hacia los costados, ver gente, ver calle, ver atardeceres, y siempre siempre siempre, sin falta, ver sus caras. Las caras de los que ponen banda sonora a mis paseos. Las caras de los que me sonríen si les miro. Las caras de todos ellos haciéndole el amor, por una vez en mucho tiempo, a algo tan efímero como es la música. Con sus negras y sus blancas, sus redondas... con sus silencios. Haciéndole el amor a los silencios. Sólo eso me salvaba de esta ciudad podrida de dinero mal invertido.

Y sólo había una cosa que temía perder: la música. La música que tanto nos acompaña siempre. Porque ¿qué somos sin música? ¿qué haríamos sin ellos, que nos cantan? Los que hacen que la vida adquiera sentido, los que hacen que te atrevas a tararear una de Mozart o a bailar con los mariachis en la Puerta del Sol.

¿Y ahora? Y ahora me los quitan. Me quitan los acordes que llegan mal parados a mis oídos, cansados de esquivar tanto ruido. Me quitan la música. La música que hace que Madrid tenga vida. La música callejera. Es, para que me entiendan, como si a Argentina le quitan los tangos. ¡¡Yo, que vivo con la música a la espalda!!... (Así, para darle un poco de dramatismo al asunto por si todavía nadie se había percatado de lo grave del asunto)

Resulta que todo lo que yo me había construido sobre Madrid, las pocas balsas que me salvaban del naufragio de la ciudad, son simple y llanamente... ¡mentira!

Yo sé que hay mucha gente que leerá esto, porque siempre me suele leer. Y también sé que hay mucha gente que no lo hará, porque no suele leerme. Pero si has llegado hasta aquí sabes de lo que te hablo, sabes lo que siento, porque sabes tan bien como yo que hay cosas que no se nos puede arrebatar tan fácilmente. Y una de ellas es la música.

Porque me niego a creer que hasta los pliegues de Madrid sean artificiales.

Vida

Darnos cuenta de que la vida son dos días, de que nos merecemos disfrutarla, de que siempre habrá una sonrisa que te salve la tarde. Darnos cuenta de que estar vivos es un regalo, de que, la verdad, nunca está de más hacer que las cosas sucedan. Darnos cuenta de que no podemos estar tan pendientes de las formas y las normas que nos ahogan el pescuezo en lo que no es precisamente guillotina, sino vida. Darnos cuenta de que la vida hay que ensayarla al máximo antes de la función final, que es la muerte. Darnos cuenta, ¡qué sé yo de qué!, pero darnos cuenta de algo: de si vivimos o sobre-vivimos. De si vivimos o sólo pasamos por encima de la vida como pasan las ruedas de los coches por el asfalto.
Yo sé que ellos ya se han dado cuenta, y ahora sé que se encargarán de disfrutarla, de vivirla al máximo. Lo sé por cómo miran, por cómo les miran, por cómo se miran. Disfrutarán de sus pequeñas sonrisas y sus enfados, de sus manías y sus preguntas, de sus pasitos, de sus juegos.
Y tú, ¿cuánto tiempo vas a tardar en darte cuenta?

D - e - s - p - i - e - r - t - a.
V - i - v - e.

6 de octubre de 2013

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=LVS4h-ty81U#t=83

Que sí, que se escribe mejor de noche, a oscuras y con el corazón en un suspiro, subida al tejado como gata que se fuma el tiempo, la luna y las estrellas.
Que sí, que se escribe mejor de noche, que la oscuridad se lleva los problemas por la borda y de noche todos los gatos son pardos.
Que sí, que se escribe mejor de noche (y mejor sobre tu cuerpo) entre risas, cervezas y billares.
Que sí, que se escribe mejor de noche,
que no intentes convencerme,
que de noche salen las estrellas.

Como tú y tus poemas
Rima tu sonrisa con la vida
Rima tu mirada con la mía
Rímame unos versos en la espalda
Y me encargaré de hacerte poemas en la almohada, 
de desabrocharte
uno a uno
los botones de la camisa
para guardar mis sonrisas bajo tu piel.
Rímate conmigo
y me encargaré de hacernos poesía.

3 de octubre de 2013

Torpezas inacabadas.

Un buenos días entre ronroneos. Tus ronquidos en mi piel a las 3 de la mañana. La taza en el fregadero con los restos del café. Migas de pan en el mantel. Las huellas de la lluvia como lágrimas en mi ventana. Todo eso que no te sonreí y aquello que me dejé escrito en el cuaderno. La ropa, goteando, a medio tender. Mi pinza del pelo sin un diente en el flexo de tu cuarto. Los besos en tu portal. Un tropiezo con tus pies, torpes, en mi acera. Un paraguas del revés. Una sonrisa entre lágrimas. Un agudo desafinado en la blanca soledad de mi bañera. Los cordones desatados y las sábanas deshechas. Un boli sin tinta, el cepillo de dientes sin la tapa, y una coleta mal hecha. El bote del gel chorreando champú. Y tu boca manchada de chocolate. Poemas a medio terminar, libros sin leer, y canciones interrumpidas por tus llaves. Bailes de salón, guitarras sin cuerdas y tus manos bajo mi piel.
Tú recién despierta.
Mensajes sin mandar. Construirnos a latidos, uno al otro, separados, pero juntos. Darnos la mano y echarnos para atrás porque nuestros dedos no encajan. Tus malditas manías tan queridas por mi espalda. Un bostezo entre discursos.
Una sonrisa estando sola. Mi reflejo en el cristal. El vagón medio vacío. Dos besos y un abrazo en un descuido si me miras. Una rosa. La lluvia. Que se te derrita el helado o me rompas un vaso en la cocina. La lavadora rota cerca de tu cuarto. Que no funcione un casco. Que me quites la palomita que quería. Una sonrisa en un día raro.
Pequeñas torpezas inacabadas.

1 de octubre de 2013

Uno y mil

Podría cantarte
una y mil veces
todo lo que te quiero
hasta convencerte
de que el amor no es un reto.
Podría cantarte
una y mil veces
todo lo que te quiero
hasta batirme en duelo con tu cuerpo
sobre el mío.
Pero los retos no me achantan
y los duelos me disponen
a besarte las amarras
de este puerto en el que anclas.
Así que voy a contarte uno y mil cuentos
para dormir esta noche
entre tus sueños
y que al despertar me veas una y mil veces más
antes de huir hacia otros puertos.

Otoño.

Sentada en el sentido de la marcha, como raras veces desde que nací, mirando por la ventana del tren. el túnel está oscuro, sólo se adivinan los cables de colores. Una luz se atisba al final del túnel, y en lo que se cambia una canción ya estamos fuera. La luz blanca duele a los ojos. El rock suaviza mis oídos. El cielo, encapotado como en el trabalenguas, parece querer ahogarme el día. Así que empieza a llover improperios, como los de Jere, contra mi ventana. Y sólo entonces, cuando casi me convence de que es una mala tarde, una tarde gris, de las de quedarse en casa y no salir a mojarse, entonces y sólo entonces aterriza una gota fantasma en mi cara. Me acaricio la mejilla buscando algún rastro de agua de la que secarme o saciarme, como si de una lágrima se tratase, pero no hay nada. Está seco. Sin embargo, la sensación de una gota estrellada contra mi pómulo sigue intacta. Incluso imagino el curso que seguiría ahora ese pequeño fantasma, y la veo casi recorrer el resto de mi cara y lanzarse al vacío de mi cuerpo, sin paracaídas, sin saber en qué lugar exacto podrá aterrizar. Es entonces cuando sonrío. Cuando me sonrío a mí y al mundo, al cielo que me acecha y a ese fantasma que me ha devuelto la sonrisa del otoño que a mí me gusta.

Fum-arte.

fum-arte
a caladas
lento, saboreando(te)
fum-arte
dulce
con los ojos cerrados
fum-arte
los humos de tu piel
fum-arte
como si mañana se acabase el mundo.

28 de septiembre de 2013


Siempre nos quedó algo pendiente: tú
Salvarme de ti en otros labios.
Salvarme de ti en botellas de cerveza.
Salvarme de ti, contigo. Entre mis sábanas.
Salvarme de ti.
Yo no quiero salvarme de ti.
Ni salvarme contigo.
No quiero tener que salvarme.
Y eso es algo muy serio.

Flores muertas.

El otoño llega siempre con lluvia, para barrer la primavera de tus ojos
y las cervezas del verano.
El otoño llega siempre borrando(me) el horizonte
barriendo(me)  las aceras de tu cuerpo.
El otoño viene descolgando todas las horas de sonrisas, viene
mojando adoquines, inundando
las juntas de nuestras arrugas, creando
mares entre nosotros.
El otoño amanece un día en mi ventana
y te echa. De golpe.
Te arranca de mi árbol, como si fueses una hoja seca
antes viva, antes verde,
en una primavera de la que sólo queda...
nada.








El otoño llega,
como todos los años,
entre lluvia
y hojas rotas.






Somos una maldita agridulzura. Siempre bien. Siempre mal. Siempre medias tintas entre tú y yo. Siempre a medios mares. Nunca bien. Nunca mal. Siempre y nunca. Eso somos nosotros dos: los opuestos de la agridulzura.

24 de septiembre de 2013

- Veo que has tenido un desengaño.
- ¡Eh, no te las des de lista!. Ni si quiera me conoces.
- A ti no, pero a los desengaños sí. Y esos tienen siempre la misma cara.
- ¿Y qué pretendes?, ¿qué quieres?
- Calmarte con caricias.
- Tú no puedes curarme. Tengo que curarme yo solo.
- Sí, eres tú el que tiene que curarte. Yo solo he venido a calmar tus heridas. ¿Me dejas?

¿tientes tinta?

colocaré mis cuadros en tu pared y mis besos en tu piel.
llegaré tarde, siempre a tiempo.
me acercaré sin que te des cuenta.
te daré todo lo que nadie te dio antes:
mi cariño.
te prometeré todo lo que nadie te prometió:
nada.
así que, ven.
ven y escribe una historia en mis lunares
y deja que la tinta no se acabe, que las hojas sean grandes y las tapas se ablanden.
colocaré las palmas de las manos para recogerte si le lloras a la vida un par de versos grises.
no me remes, acaríciame.
sálvate tú solo, es decir, conmigo.
escribe.
escríbenos.
haznos infinitos.

13 de septiembre de 2013

Dunas de sal.

Cosas que se intentan y no salen. Cosas que se intentan, y salen. Cosas que no se intentan y no salen. Cosas que no se intentan y salem. Cosas que pasan. Cosas que se quedan. Cosas que se vienen contigo. Cosas con sus gentes, gentes sin cosas. Cosas absurdas y reales, o cosas sin más.
Cosas, hay muchas.                                                                                                    Guerras, demasiadas.
Sonrisas sólo una:
la tuya.

7 de septiembre de 2013

Es como cuando "decíamos que recorreríamos el mundo en carretera". Como "todos los besos que nunca me has dado". Es como "vámonos a un lugar muy nuestro". Es como "los amantes de Teruel: tonta ella, tonto él". Lo nuestro es como aquello, como aquella otra historia. Es como tantas otras historias.
Sólo hay una diferencia: es nuestra, y tú me traes queso.

4 de septiembre de 2013

Virfectos

¿Acaso no te gusto?, ¿no te gusto como persona?, ¿no te gusto como mujer?
No te estoy preguntando si soy tu mujer ideal, sino si te gusto o no.
Tú me gustas y no eres precisamente mi hombre ideal, ¿sabes? Es más, seguramente seas lo más alejado a mi ideal de hombre que he conocido. Para empezar, eres bajito. ¡Sí, no me mires así, eres bajito para ser hombre! ¡admítelo, ya! Tampoco eres muy bajo, pero eres un poco bajo. De la misma altura que yo, y yo soy una chica más o menos alta. Así que tú eres bajito.
Además, eres delgaucho y estás hecho un tirillas... ¡y tienes pelo en el pecho!
Encima eres blancucio de piel ¡y con el pelo liso! Vamos, todo un desastre como hombre ideal.
Eres un maldito escéptico y cambias de opinión según el aire que te dé. Eres moderadamente extremo, te gustan las ciudades grandes como la mierda contaminada esa de Nueva York y no compartes mi amor irracional por los pueblos. Cuando te aislas en ti mismo eres insoportable, exactamente igual que cuando estudias, y "te cansas socialmente". Y para sacarte un abrazo... ¡dios, todo un mundo necesitaría!. Cuando te enfadas eres un maldito orgulloso, y joder, fumas como un maldito camionero (cosa que odio desde que conozco a mi madre).
Pero eres tú. Y eso vale más que todos tus defectos.

25 de agosto de 2013

Hace tiempo que no escribo
y no me hallo aún en mis palabras.
Hace tiempo que no escribo,
que no sé cómo escribir(lo)
Que me salen nomás versos
"como si fuésemos a vernos más tarde.  Como si nada.
Como si mi despedida sólo fuese un tropiezo torpe en sus rutinas".
¿Cómo se cuenta eso de que te curan con un abrazo?
¿cómo se cuenta eso de que te cura una sonrisa?
¿Cómo se cuenta?...
Explícame cómo puedo contarte,
cómo puedo cantarte
Explícame los versos que se pintan en mi voz cuando les pienso.
Decime,
si podés,
cómo echar mi sangre en un papel.

8 de agosto de 2013

Paraguay.


                           No es un adiós,
                                                    sino un hasta pronto

7 de agosto de 2013

Sonrío.

- ¿Sonríes?
Me preguntas si sonrío...

Sonrío. Sonrío.
Sonrío y le pido a un Dios en el que no creo,
o a un destino que a veces me abandona,
que pare los relojes para siempre
en este verano.

Sonrío en mis recuerdos
y también en todo lo que aún queda por delante.
Sonrío aquí y ahora.
Contigo, con él, con ellos.

Sonrío.
Sí, 
sonrío.

Y sonrío es con acento en la i.
Como sí.
Como aquí.

9 de junio de 2013

Rasguños

- Desnúdate, me dijiste
Y lo hice, de la forma más sensual que pude.
- Desnúdate, me dijiste.
Y lo hice lo más rápido que supe.
- Desnúdate, me dijiste
Y lo hice. Pero me rompí la piel, y ya no me queda pegamento.

Ayer.

Llueve,
y tú conmigo
en todo el cielo.
Llueves,
y yo contigo
sobre la lavadora.

26 de mayo de 2013


                                                                                             Me pediste cinco minutos
                                                                                                  y te di toda una noche.

25 de mayo de 2013



Me enamoré de él la primera vez que bailamos,
y entonces supe que quería bailar con él
todos mis viernes.

5 de mayo de 2013

"Oh, my darling, Clementine"

Ahora tú. Entonces ya, nosotros. Y luego ninguno de los dos. Pero siempre juntos.
De rojos rusos y poker. De no dormir porque no te callas. De películas y palabras hasta las 6 de la mañana.
De que me ganes. De que me abraces.
De que estés en mi música.
Pasear, perdernos, parar, escuchar(nos).
Mirar e inventar vidas.
Disfrutar. Sonreír.
Reírnos tontamente.
Y viajar. Hablar de los lugares a los que fuimos y queremos ir.
Nunca dejes de bailar... (conmigo)
que si me tengo que quedar con un lugar de Madrid
me quedo contigo.
Que se te pinche la rueda (y tuvieses que venir
de nuevo
a hacer de personita encantadora
durante más días)










- Se acaba, pronto desaparecerá
- Lo sé.
- ¿Qué hacemos?
- Disfrutarlo.








¿Por qué no me llevas a otro lugar? A un lugar al que yo no pertenezca y nos escondemos hasta mañana.

20 de abril de 2013

Robada.


"Sigamos bailando mientras el mundo gire"

Para tí.

Estoy en cada pedacito de esa
canción. Sólo tienes que
recogerme en tus oídos y dejar
que, entre la música y yo,
calentemos tu alma. Al ritmo
del compás, de nuestro compás.

12 de abril de 2013

Se nos cayó el amor
en el primer beso.
Se nos agotó
nada más empezar.
Nos olvidamos
el mapa del tesoro
en la buhardilla.
Tuvimos miedo
de caer en el pasado.
y ya,
no fuimos nunca a recogerlo.

2 de abril de 2013

Abril



Tú y yo estamos destinados a compartir espacios a destiempo.

29 de marzo de 2013

Time.


Encontrar la libertad que me deje ser yo misma. 
"La lenta supuración del llanto"
La agonía y el placer de convertirme en agua.

SSC

Volvimos a vernos
para cumplir todo aquello
que nos quedó pendiente.
Te canté,
compartimos el shushi,
te hice un regalo.
Volvimos a vernos
para cumplir todo aquello
que nos quedó pendiente,
y al final,
nos dejamos más esquinas
en los versos,
más espacios por llenar.







Volví,
(y no he regresado todavía)

12 de marzo de 2013

Martes grises.

Todo se precipita, se arremolina a la puerta del alma, esperando a encontrar la rendija por la que entrar estrepitosamente y romperlo todo, hacer mucho ruido. Demasiado ruido. Demasiado. Demasiado para el nivel de decibelios que pueden aguantar mis oídos.

Hoy me he levantado y he pensado pasado mañana se va. Se va pasado mañana. Hoy, mañana, pasado. Sólo quedan dos días. Parece que el tiempo pase tan rápido.
Y entonces he pensado que podría decir se va el jueves, y aún sabiendo que es pasado mañana no sería tan grave, no se te hace tan presente. Cuando incluimos la palabra mañana todo se acerca, se hace más personal, queda menos.
Y duele más.
Las distancias se acortan según qué palabras.
Eso es lo que me duele. No puedo no pensar en ello. Quiero decir que no pensar no va a hacer que no ocurra. No es como cuando tienes miedo de que pueda pasar algo... eso sí puedes evitarlo si no lo piensas, pero esto no. Esto es un trozo de realidad en forma de yunque lanzado a mil por hora encima de mi cabeza.
Como el coyote. Sólo que esta vez acierta, y el correcaminos no se va.

6 de marzo de 2013

Lluvias

Hoy llueve poesía,
y cae todo el amor
a tus pies.
Hoy yo poesío
contigo entre mis temas
(quiero decir,
entre mis venas)
Hoy,
me
des
ha-
ce-
s
.

3 de marzo de 2013

Enfermeras

Yo no soy la enfermera que te cura de la vida. Yo no soy ese tipo de enfermera, no, porque curar de la vida no es otra que cosa que matar. No puedes curarte de la vida sin morir. Y no, yo no soy una de esas que curan de la vida.
Yo soy la enfermera que te cura las heridas que te haces peleando con la vida. Aquella que espera sentada en el columpio del parque con tiritas y un barreño de agua caliente, para lavarte los rasguños con tanta alma como agua. Quiero ser la enfermera de tu vida que te haga sonreír y seguir hacia delante. La que te ponga una tirita, te dé un beso y te cuente cuentos de hadas y dragones para dormir, de esos que dejan a la ilusión volar. La enfermera que te cante al despertar, la que cuando llegues sin más fuerzas de luchar te diga... "vuelve a intentarlo de nuevo, lo conseguirás"

28 de febrero de 2013

Parásitos

"Sobrevive el más fuerte", esa es la regla. Los más pequeños acudían a sus madres temerosos de los crueles, esos que querían llenarles las cabezas con mocos pegajosos y verdes, tenían miedo de ser empapados. Ágiles y veloces (tanto como les permitían sus pequeñas piernas) huían despavoridos a sus regazos. Sus malolientes y sucias narices sonaban en la cueva, olfateando el lugar para quedarse, babeando, gruñiendo ansiosas de comerse al más débil. Aquello parecía una sinfonía de hambre, una sinfonía de miedo. Algunos estaban convalecientes, otros (carroñeros del lugar) acechaban a sus cadáveres. En medio de toda esa jauría, sentada, convaleciente de aquella ardua guerra que hace años la acompañaba (casi casi desde que nació). Se deslizó entre la jauría, se acomodó y comenzó a limpiarse las heridas. No llamaba mucho la atención, era pequeña y de pelo negro, le gustaba pasar desapercibida. De pronto, osó sacar algo de alimento que le quedaba. Ella no se dio cuenta, pero su objeto estaba prohibido en aquella región. El mundo se petrificó: todos la miraban, el tiempo se detuvo, los relojes temían dar el primer tic (del tac que le seguiría impepinablemente -de pepino-), luchaban para que sus brazos no hicieran ruido, los pájaros, los ríos, incluso sus narices guardaron silencio. Pero no un silencio agrio y gris, no. Fue un silencio endemoniado, lleno de ira. Todos querían su comida. Todos querían su pañuelo. Empezaron a gotear babas y mocos, empezaron a rodearla, miraban acehantes... querían lo que ella tenía. El jefe de la manada se acercó sigiloso mientras ella seguía curando sus heridas y entonces





























se abrieron las puertas y ella bajó del tren y tiró su clinex a la basura (ahora esos lobos tendrían que buscar otras presas -o bien, seguir su camino-).
Tenía otro en el bolsillo, y ese ya estaba lleno.
Había llegado el invierno
(por fin, en febrero).

11 de febrero de 2013

Aprendamos de la calle.

Aprendamos de los niños que corren detrás de las palomas, como si no hubiese mañana. Aprendamos de los jóvenes que se sientan en las plazas a luchar por sus derechos. Aprendamos de las estatuas vivientes que sacan sonrisas. Aprendamos de las familias que se quieren. Aprendamos de los artistas que comparten lo más profundo de su alma. Aprendamos del ruido, ese pequeño desconocido que tan poco nos gusta. Aprendamos de las parejas que bailan frente a los mariachis su primer vals (el mismo que bailan cada vez que les oyen.) Aprendamos de los quiosqueros, de los panaderos, que siempre tienen un ¡Buenos días! para tí. Aprendamos de los ancianitos, que dejan correr lo que les queda de vida entre cariño, templanza y sensatez. Aprendamos de los pobres, que sobreviven sin quejarse, que aguantan día tras día las miradas despojosas de los transeuntes. Aprendamos de la calle, esa vieja amiga, de toda la vi(d)a, la que nos deja mirar desdeñosos, llorar, reir a carcajadas, pasar por ella sin pies ni cabeza (ni corazón). Aprendamos de la calle, sin su mañana y con su pasado, con su guitarra y sus fusiles, sin un segundo que le pase desapercibido. Aprendamos de la calle, a vivir como si no hubiese mañana. Aprendamos de la calle, a defender nuestros derechos. Aprendamos de la calle y sus sonrisas, su amor. Aprendamos de la calle a compartir nuestra alma. Aprendamos de la calle a no dejarnos pisar, a no pisar al otro, a bailar la música. Aprendamos de la calle a decirle ¡Buenos días! a la vida con cariño, templanza y sensatez, con aguante y valentía. Aprendamos de la calle. Aprendamos de la calle porque en la calle están los poetas, los escritores, las actrices, los actores, los cantantes, los músicos y los pintores, los mimos, los artistas, la gente. Aprendamos de la calle, porque en ella está la gente.

2 de febrero de 2013

Meses.

Noviembre se deslizó
bajo nuestros besos
de duda y temores:
principios.
Diciembre vino a dar con la fórmula
de un amor esperado
de una ilusión
de alfombras persas.
Enero se arrugó
entre los crsitales
de la puerta
a tu estación.
Febrero apareció
para suavizar
nos las tensiones,
para acariciar
nos el alma,
para besar
nos con calma.
y seguiremos sumando meses.

1 de febrero de 2013

Cobarde

descalza tengo miedo
del hombre valiente
que a veces eres


no quiero tener que acostumbrarme a ti
para luego pelearme con tu ausencia
y buscar mi alma entre las ruinas llamadas nosotros.

no quiero aprender tus verdaderos nombres
y luego aullarlos a la luna cuando te marches,
que me sepas, que me descubras,
que ande desnuda por el mundo sin tu mano y tu sonrisa.

no quiero construirnos, salvarme en ti,
alimentar mi fe junto a tu boca,
no quiero creer en la felicidad y que entonces,
antes que tarde, vuelva a ser la casa sola,
el frío, las costillas oxidadas
,
la clavícula sorda
porque no estás.


(Patricia García-Rojo)

30 de enero de 2013

Oda a Klara

Oh, Klara, tú,
pequeña tapir de mi mesa
que lees ranas y palabras
que escribes sexo y chocolate.
Oh, Klara, tú, mi tapir
eres alta y delgada
y con los rizos en la cara
terminas mis trabajos.
Oh, Klara, tú, mi tapir
que lees a Vigotsky
y me hablas de Yets
bajo días de lluvia y hierba.
Oh, Klara, tú, mi tapir
que siempre me corriges
mi Yets por tu Yeats...
¡y qué más dará
oh, Klara,
si eres siempre mi tapir!

28 de enero de 2013

(Re)pensándo-te a mañanas.

Aprendo a quererte, poco a poco, a lunares, a pestañas. Aprendo a quererte a latidos. En silencio, con paciencia y con prudencia. De la mano, y si me guías. (Des)cubriéndo-te de huellas las arrguas de la cara, las verdades, las promesas, los secretos de una manta. A lamerte las heridas de una tripa magullada, con los versos de un poema y unos gajos de naranja (o mandarina).
Aprendo a mirarte y a besarte. Aprende a quedarte. Y aprendamos juntos el arte de hacer elipses con la lengua. Sin gramáticas ni vicios, con algo más que un poco de vainilla: bailando con las olas de una playa embravecia, atreviéndome a mirarte si me tocas, atreviéndome a dejarte si lo intentas.
Aprendo tus manías, tus terqueces y tus miedos. Me aprendo hasta a mí misma a través de tus mejillas. Los placeres con-sentidos y los nervios del filete. Las mañanas con sardinas y sordinas de un Sabina sin espinas en los labios. Las películas(,) malditas y tus besos traicioneros por venir (pero a vérselas -de versar, de verso- con mi boca).
Y todo eso aprendo con tus prendas por el suelo.

23 de enero de 2013

Gatos

Te quiero
como una gata, esta noche:
rodeando
con mi cuerpo tus tobillos,
acariciando
mi piel con tus vaqueros.
Dando un salto
a tu regazo
que te haga un poco de daño.
Acurrucándome en tu vientre,
como si fuese mi mejor cama:
tu ombligo.

16 de enero de 2013

Patch Adams.

Te amo sin saber cómo ni cuándo, ni de dónde.
Te amo directamente, sin problemas ni orgullo.
Así te amo, porque no sé amar de otra manera.
Tan cerca, que tu mano sobre mi pecho es mi mano.
Tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

6 de enero de 2013

Así, también.

Metiendo la pata.
Hasta el fondo.
Hasta lo más hondo del barreño,
casi casi haciendo un agujero.
Así también. Así también te quiero.
Y estoy aprendiendo a quererte
también esas zonas.
A besarte las heridas.
A besarte las heridas
con labios de mercromina
aguantando tus patadas,
como si mi corazón y mi cuerpo
sólo fuese alcohol
del hiriente y del que escuece
en tus rasguños.
También así.
Porque escúchame bien,
capullo,
he vuelto a empezar otro cuaderno
y esta vez no.
Esta vez me niego a dejarlo
a medias.

2 de enero de 2013

¡Se nos olvidó el bonito en nuestra lista de peces del otro día! ¿No? ¿O fue el primero? Ya no lo recuerdo. Pero sí re-cuerda. Aunque cuerda un rato rota. Quieroo decir, un tonta rota. O sea, un tanto rota. Que ya me lías las palabras de tanto amor que me vuelve loca. ¿O era cuerda? Ya no lo recuerdo. Pero sí te recuerdo en tu cama tumbados, de a dos. Eso no se olvida, eso no se oh-la-vida. Vida. Como tú.

1 de enero de 2013

El primero.

Y de pronto tú en mi habitación. Tú en mi cama. Tú en mi baño. Tú en mi piel. De pronto tú por todas partes, como si estuvieses aquí. El estómago me da un vuelco al corazón. Y te echo de menos sin ni si quiera haberte ido. Y me pongo a buscar vuelos o viajes para tenerte un rato más del que mandan los relojes en nuestra cama. Porque de camas no se habla, esas se deshacen. Y tú y yo nos hicimos la mañana con las manos. A bocados. Pero yo sólo quiero que llegue ese día en que hagas de mi piel tu cama. Y me deshagas para hacerme la mañana.