19 de junio de 2014

Caperucita Roja

Inspirado en un poema de Moises Pérez García





Se colocó en el punto
más estratégico de sus heridas:
sus dentelladas.
Y él se acercó,
hambriento de rabia y amor,
sin darse cuenta del cepo
de la trampa,
de que ella no era el premio
sino el cebo para cazar
su poesía.

Se metió en la boca del lobo,
se dejó comer hasta las bragas,
para luego
rajarle las tripas
desde dentro.

El malo del cuento no fue
quien tenía las fauces
más abiertas y afiladas.

La mala del cuento acabó siendo
la de cara más dulce
y cuerpo de infarto.

A veces las cosas no son lo que parecen
pero para ver
hace falta mirar.

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