1 de enero de 2013

El primero.

Y de pronto tú en mi habitación. Tú en mi cama. Tú en mi baño. Tú en mi piel. De pronto tú por todas partes, como si estuvieses aquí. El estómago me da un vuelco al corazón. Y te echo de menos sin ni si quiera haberte ido. Y me pongo a buscar vuelos o viajes para tenerte un rato más del que mandan los relojes en nuestra cama. Porque de camas no se habla, esas se deshacen. Y tú y yo nos hicimos la mañana con las manos. A bocados. Pero yo sólo quiero que llegue ese día en que hagas de mi piel tu cama. Y me deshagas para hacerme la mañana.

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