28 de enero de 2013

(Re)pensándo-te a mañanas.

Aprendo a quererte, poco a poco, a lunares, a pestañas. Aprendo a quererte a latidos. En silencio, con paciencia y con prudencia. De la mano, y si me guías. (Des)cubriéndo-te de huellas las arrguas de la cara, las verdades, las promesas, los secretos de una manta. A lamerte las heridas de una tripa magullada, con los versos de un poema y unos gajos de naranja (o mandarina).
Aprendo a mirarte y a besarte. Aprende a quedarte. Y aprendamos juntos el arte de hacer elipses con la lengua. Sin gramáticas ni vicios, con algo más que un poco de vainilla: bailando con las olas de una playa embravecia, atreviéndome a mirarte si me tocas, atreviéndome a dejarte si lo intentas.
Aprendo tus manías, tus terqueces y tus miedos. Me aprendo hasta a mí misma a través de tus mejillas. Los placeres con-sentidos y los nervios del filete. Las mañanas con sardinas y sordinas de un Sabina sin espinas en los labios. Las películas(,) malditas y tus besos traicioneros por venir (pero a vérselas -de versar, de verso- con mi boca).
Y todo eso aprendo con tus prendas por el suelo.

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