Es maravilloso. Estoy completamente
extasiada por la incertidumbre que me produce leerte. Siempre me evocas. A mí y
a algo más. Siempre algo diferente. Algo distinto. Diáfano. Pero hoy no.
Sorprendentemente cristalino. Transparente. No sé qué pensar, ni qué decir. No
sé qué sentir, ni si quiera qué advertir. ¿Acaso no sepa ni qué leer? Llega a
ser conmovedor, sin serlo del todo. Tranquilo, sin necesidad de respirarlo.
Difuso, como si tuviese miopía. Realmente, y aunque ahora esté ordenando toda
esa nada de sentimientos, no hay. No existe. ¿Indiferencia? Si quiera un
atisbo, pero ni aún así.
Y entonces, ¿qué hacemos? No sé qué
debo sentir. Así que prefiero no hacerlo…
¡Pero es imposible!, ¡inevitable!,
¡inaguantable! Dímelo. Dime qué debo. Dime lo que sea. Pero dime. Aclárame.
Aclárame despacio. Hazme escultura. Cuéntame con cada verso. Acaríciame la
cara. Pero evócame. No me dejes llena. Ni si quiera vacía. Es fácil: sólo no me
dejes. Porque si lo haces… ¡oh no! ¡no quiero ni pensar qué pasa si me
abandonas a la inmensidad de mi ser! Aunque, tal vez, no sea tan enorme. Tan
sólo un pequeño espacio (ni si quiera mío) de retales que recubren las paredes.
De trozos de colchas viejas, deshilachadas, descubiertas.
No puedes hacerme esto. No puedes
dejarme a la intemperie. Debes decirme qué debo sentir, y cómo debo sentirlo.
Con qué intensidad, con qué color, con qué palabras, con qué pincel. Con qué
ojos y con qué boca. Pero debes decírmelo, porque si no… si no, no lo sé.
No sé qué eres, ni quién eres. Qué
quieres decir, ni que quieres callar. No sé si eres rosa, verde o blanca. No
sé, si acaso debieras ser colibrí o libélula. Van Gogh o el pintor deambulante
de la plaza de sol. Blanca o Lucía. Ciertamente indefinida. Zapatos. Pies.
Cigarrillos. Nubes. Terrazas (que eso sí a quedado claro… o tal vez no)
Pasillos. Música, teatro, danza, canto. Gotas. Agua. Luna. Charcos…
Te presentas más clara que nunca. Y,
más que nunca, opaca. Silenciosa. Expectante. Admirando. Enamorando. (te). Pequeña.
Traviesa. Tranquila. Utópicamente feliz.
Te presentas escasa. Escasa me dejas al
leerte. Categorías, palabras, retóricas, bla, bla, bla. Pero siempre escaso.
Nunca completo. Así que, después de intentar poner orden en ti, en mí y en tus
palabras, me quedo como estaba. Sentada. Mirando. Sin saber. Y por no saber
nada, sabiendo todo.
pues lucía me dice que no tienen nada que decirte, blanca que el asunto esta claro, Carla habla inglés, así que nada y Zuria está danzando en el cuarto de al lado...
ResponderEliminarcreo, no hay respuesta posibol,
el hecho es, como ya te dije,
Y QUÉ COJONES MÁS DA?
(el asunto es que si has creido entender algo, lo rellenes con lo que te de la gana y la historia quede hecha, [al antojo de quien la lea])
por cierto, lo de cigarrillos... te lo has inventado. así que sigue por ahí,anda.
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