Te espero y te esperaré siempre, aunque no sé ni tu nombre ni cómo se
dibujan las facciones de tu cara. Te espero porque sé que vendrás, y que
traerás contigo todo aquello que llevo buscando tanto tiempo y que
nadie ha sido capaz de darme. Desconozco cuando querrás presentarte, el
momento exacto en el que el aire que te rodea invada el mío y ambos
compartamos el mismo oxígeno. No sé cuando te cruzarás en mi camino ni
si la vida nos separará una o mil veces. Ignoro si te buscaré o serás tú
quien me encuentre, o si los dos nos conoceremos en un punto intermedio
de la distancia que separa tu puerta de la mía. Sobre ti aun no sé
nada, pero te aseguro que puedo pasarme la mitad de mi vida sentada en
un banco del parque, sin moverme, bajo la lluvia torrencial, sólo por
haber tenido el presentimiento de que será allí donde te vea por primera
vez. Miro a mi espalda y atisbo las huellas, frescas en el barro, del
pasado que dejé trás de mí. A veces parecen pocas, pero en ocasiones se
tornan incontables. Más no me importa porque aquello no puedo cambiarlo,
pero lo que me espera sólo yo puedo trazarlo, y lo haré como siempre he
deseado. No sé cómo vas a reconocerme: puedes buscarme entre esa gran
mayoría de personas que se encorvan hacia delante porque el peso que
cargan a sus espaldas a veces se hace demasiado duro. No sé cómo vas a
adivinarme, pero sé que lo harás. Puede que un día me choque contigo al
doblar una esquina, o que me cedas tu paraguas una tarde de tormenta.
Quizá mi coche se quede sin gasolina en el momento exacto en que tú
pases por esa carretera. Caben tantas hipótesis que sería imposible
presentar una como la correcta.
Yo sólo sé que llegarás y todas las heridas que se vislumbran en mi
piel, y también aquellas otras que se esconden en mi alma, sanarán al
instante y no quedará cicatriz alguna que dé testimonio de que alguna
vez han estado ahí. Ya imagino cómo eres, cuál es tu filosofía y por qué
principios te guías.
No te preocupes si tú tambien traes harapos por camisa, porque aprendí a
andar en senderos repletos de agujas, y preferí conocer el arte de
manejarlas antes que caminar pinchándome a cada paso.
No me da miedo que tardes, porque una vez que estés aquí el dolor se
marchará lejos y las lagrimas correrán hacia el mar para perderse en las
profundidades. Esperaré todo el tiempo que sea necesario, de pie, sin
rendirme, porque la rendición es el camino mas fácil y yo siempre he
sido difícil. Puede que tenga que superar mil huracanes más, o que el
cielo esté en calma a cada momento. Puede que sienta las gotas de agua
resbalar por mi espalda, pero si estás a mi lado recogeremos la lluvia
para regar las flores de nuestro jardin. Ahora veo el cielo, las nubes
blancas que pasan lentamente; y siento el calor de la tierra y el tacto
de la luz del sol sobre mis brazos. Y las calles se abren en mí y los
coches las inundan con sus luces de atrás verde esperanza.
Y ahora no hay quién me frene porque me siento capaz de todo, simplemente por imaginarte ahi fuera, esperándome.
Y súbitamente los vientos cesan y las ortigas se marchitan, y nuestra vereda se cubre de amapolas.
¿No es increible que sienta todo esto por saber que te encontrare?
No importa si eres el primero o si atrás quedan unos cuantos que no
merecieron la pena, que no supieron valorar todo lo que se esconde bajo
mi mirada ni apreciar la sonrisa que sale de mis labios.
Vibra el cielo y las paredes de este dormitorio vuelven a percibir un
estiramiento en mis labios, que se pliegan hacia arriba sin que yo pueda
evitarlo. Sabía que la risa era algo que no se olvida, aunque lleve
tiempo sin utilizarla.
Cuando empezemos a tejer el futuro que nos espera en el telar de
nuestras vidas, basándose en el boceto de los sueños que guardamos en el
corazón, no hará falta que intente recordar tantas cosas porque jamas
las olvidaremos. Asi que aquí te espero hasta que te encuentre, o me
encuentres, o nos encontremos. Lo que nos espera
No hay comentarios:
Publicar un comentario