14 de mayo de 2014

Autoternura y todas esas ru(t)inas.

Empiezo a cansarme de que
darme y dar
y no sean lo mismo.
Empiezo a hartarme de que me den
más por culo
que por amor.
Se me ha olvidado eso de la ternura
que te la daban y tú también das, decían.
Pero lo cierto es que aquí todo el mundo recibe y nadie da.
Y entonces llego yo,
un martes y 13
y me canso de autoternurarme
y empiezo a autocensurarme.
Que el otro día follé sin ternura
y fue lo más horrible del mundo.
La fragilidad hecha pedazos,
hecha persona.
Uno se da cuenta de lo frágil que es
sobre todo cuando está desnudo.
Vencí mientras creí que podía vivir a base de mi propia ternura.
Caí
y ahora aprendo cosas de mí misma
a toda hostia
y me llevo más de una.
No tiene ningún sentido follar sin amor
o al menos sin fingirlo
una maldita noche
un par de horas de puta.
Vamos, joder.
El calor se ha roto por nuestra culpa.
Hemos roto la primavera en un orgasmo.
Siéntete culpable conmigo
y sobre mí
o no me sientas.
Ya basta de hacerme sentir una muñeca
de trapo
hinchable.
No somos mas tontas por ser más tiernas
y la ingenuidad no va ligada a la dulzura.
Puedo pasar de buena a tonta y de tonta a hija de puta.
Que sí, que te quieras,
pero que me sobra espacio para quererme
y entusiasmo.
Hay hueco para uno más
pero que venga con tacto y sin sombrero.
Vente, nos damos una vuelta por tu barrio
por tu casa,
por la mía
o por malasaña.
Jugamos a ternurarnos
y después nos hacemos el amor.
Y si quieres a otra cosa mariposa,
pero deja de follarme
como si fuese cualquier otra.
Porque yo no voy a volver a pasar por tu vida.
Y quizá quieras quedarte un trozo de mí
antes de que me vaya con el fin de la resaca.
Así que o nos emborrachamos de seguido
para que no acabe nunca la resaca
o me haces el amor cuando me folles
o mejor ni follamos
y así no me tengo que desplazar de mi sofá.

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