30 de septiembre de 2012

Salir y tirarte en la hierba,
y que te dé el sol y dejar de pensar.
O leer a Yeats.
Estar durante horas bajo la lluvia,
bajo el agua.
Dejar de exisitir, ingrávida
hasta que aguante mi respiración
de soprano adormecida.
Salir y que no puedan distinguir mis
lágrimas de las gotas.
Pasear toda la noche bajo la lluvia
y que se lleve todo,
que arrase con todo lo demás.
Y al llegar a casa
que esté él,
sentado en algún sofá imaginario
esperándome con una manta
y sus brazos,
y chocolate
y una peli a la que ninguno prestaremos atención.
Para perdernos en los besos
(como si éstos fuesen sustitutivos
del miedo
que me enfría los pies)
"Soñar te deja los pies fríos"
(y el alma helada)

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