21 de febrero de 2015

Busco refugio en el abrazo
de una realidad que me olvida.

Abrazo la piel, acaricio los huesos.

Llevo de la mano el cuidado
de un beso
que encuentra la salida
en el pomo de una puerta
cerrada.
Sostengo la fuerza de ocho titanes
mudos
con dolor de infancia.
Aparezco la sonrisa en un espejo
que nos crea
reales
un segundo.

De quién la mano?
De quién la fuerza?
De qué el olvido?

Aprieto fuerte la huida,
la búsqueda del fuera.
Veo las rejas en sus manos,

la justicia de los besos
huele distinto el tiempo.

Permanezco a la espera del silencio
desde un ruido que no cesa
sujetando la sonrisa,
la existencia
de quien busca su propia muerte.

Permanezco
a la espera de los pasos.

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