21 de febrero de 2015

Crece el silencio de una planta
en la ventana,
tango acústico del polvo
nombra libre la caricia,
huele a té el vuelo de una pluma.

Nada pesa.

Desliza el viento un violín rojo
entre las alas de quien vuela,
se hace espiga cierta
un ballet para bambú,
alguien da un concierto en mí
menor para el silencio.

Nada pesa.

Lento el tacto, hunde
suave, el cuerpo hueco.
Flota la mano,
vence el peso, el delicado cementerio.

No puedo perseguir el poema,

cierra la verja,
desaparece.

Nada pesa.

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