Destierro la culpa porque no es mía.
y todo lo que sangro tampoco me pertenece:
el dolor, el miedo, la soledad,
mis bragas
aquí, ya nada.
Y vacía encuentro la puerta,
el tejado donde esperar la luz
de una habitación oscura
es el mundo sobre una bala,
unas manos bajo el cuchillo y sangro,
pero ya nada me pertenece.
La piel y las uñas a jirones despojadas de este cuerpo
arrancadas de un palacio que ya
no le pertenece:
así encuentro ahora mi cuerpo
agarra despacio el sueño,
el viento se siente más alto,
cada vez más alto
y arañan sus cristales la carne
viva
donde habito y que no es mía;
y cómo dueles, Dolor;
y cómo sangras
sin ser ya mía,
Culpa,
desde mis dientes.
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