23 de agosto de 2012

Jueves

No tienes que regalarme el oro,
no quiero que me subas hasta el cielo,
ni que robes una estrella para mí.
No quiero regalos vacíos,
ni falsas promesas.
No me des tus labios si están congelados.
Deja las flores en la puerta
-me dan alergia-
y ahora entra.
Entra así, sin mentias. Sencillo. Sincero.
Quiero que me regales un poema,
quiero que cada una de las
paredes de mi cuarto
sean un lienzo y poder
dibujar tu desnudez en ellas.
Quiero ser tu puerto.
Quiero tus detalles
sin presunciones.
Para poder besarte sin lujos,
con tiempo. Pobres como somos,
ricos como nos creamos
cuando estamos juntos.

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