Darnos cuenta de que la vida son dos días, de que nos merecemos disfrutarla, de que siempre habrá una sonrisa que te salve la tarde. Darnos cuenta de que estar vivos es un regalo, de que, la verdad, nunca está de más hacer que las cosas sucedan. Darnos cuenta de que no podemos estar tan pendientes de las formas y las normas que nos ahogan el pescuezo en lo que no es precisamente guillotina, sino vida. Darnos cuenta de que la vida hay que ensayarla al máximo antes de la función final, que es la muerte. Darnos cuenta, ¡qué sé yo de qué!, pero darnos cuenta de algo: de si vivimos o sobre-vivimos. De si vivimos o sólo pasamos por encima de la vida como pasan las ruedas de los coches por el asfalto.
Yo sé que ellos ya se han dado cuenta, y ahora sé que se encargarán de disfrutarla, de vivirla al máximo. Lo sé por cómo miran, por cómo les miran, por cómo se miran. Disfrutarán de sus pequeñas sonrisas y sus enfados, de sus manías y sus preguntas, de sus pasitos, de sus juegos.
Y tú, ¿cuánto tiempo vas a tardar en darte cuenta?
D - e - s - p - i - e - r - t - a.
V - i - v - e.
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