Caprichosa, la suerte. Tímida y escurridiza. Sutil. Atrevida. Con cuerpo de mujer.
Sencilla.
Cálida. Fuerte. Frágil. Mimosa.
Agónica.
Temerosa.
Concurrida. Socorrida.
Y por los caprichos del azar te cruzas en mi camino. Te veo. Te miro. Te
observo. Analizo cada uno de los recovecos de tu cuerpo, de tu piel, de
tu abrigo. Serena.
Caminas. Te mueves. Me muevo. Te acercas. Te vas. Esperas. Y sigues.
Sigues como otro día más, Mazarine, como cualquier otro. Nuestros
caminos se han encontrado, y tú... ¿y tú? Tú no haces nada, sigues,
pasas de largo. De largo, como otro día cualquiera.
Otro día cualquiera: el abrigo rojo, la bufanda blanca, la nariz fría y
la mirada perdida. ..Calidez en los movimientos. Aburrimiento en las
pisadas. Sencillez en las sonrisas. Sigues siendo tú, como otro día
cualquiera.
Y lo digo con asombro, y no salgo de él. No doy crédito. Ni débito. No doy ni visa. Ni si quiera en efectivo.
[Diciembre, 2010]
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