Hay una amiga en mí
Érase una vez dos amigas muy locas que se conocieron midiéndose la cabeza. Un día, mientras caminaban por las Islas Fitji conocieron a un burrito, que se llamaba Baldomerito, y creo recordad que llevaba botas amarillas. Desde ese día, los tres fueron amigos, y Baldomero fue quien les permitió verse todos los días, hablarse, contarse sus penas, y compartir atún y constipados. Fue quien las hizo estar juntas.
Cuando quisieron darse cuenta, ya iban por la UAM, y dijeron, why not? Quedémonos por aquí. Allí el frío helaba las narices y los cafés con berlinas las hacían entrar en calor. Iban a clase, se reían juntas, se peleaban por el hueco de los pies, y alguna vez que otra, soltaron lágrimas donde nadie pudo verlas. También compartían la nota media, la menstruación, los dolores de familia (digo, de cabeza), y los mocos.
Lo suyo era amistad de verdad. Se hicieron fans de Eros, de Sergio Dalma, de los Pitufos, de Nek, del Sweet Serendipity... Se riéron de la vida, cuando ésta quería darles en las narices. Se alegraron de estar juntas tres años. Se felicitaron las navidades, y una en persona. Conocieron Galicia y medio mundo inexplorado.
Y aquí estamos ahora, con todo esto a la espalda de nuestras dos protagonistas. Ellas se sonríen cuando leen esto, y piensan en todos los buenos momentos que han pasado juntas, y sólo pueden pensar... P de pitufas.
Hasta el fin del mundo
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